Cierta vez la
joven con su majestuosa estampa fue a recoger cangrejos a la orilla del río,
allí, en las orillas vivía un sátiro marino llamado Chrauco.
Al ver a
Entullahueñ con su magnífica figura, Chrauco saltó sobre ella. La muchacha se
defendió como pudo hiriéndolo, entonces el monstruo dolorido llamó a su madre,
la culebra Caicaivillu quien enroscó su cola en la pierna de Entullahuéñ y la
inmovilizó sujetándola a una roca.
Pasadas nueve
lunas la cautiva Entullahueñ le dió a Chrauco una hija. Caicaivillu quiso unir
en matrimonio a la niña con el espíritu del aire, pero Chren-Chren la serpiente
buena de la montaña acudió en ayuda de la muchacha y de su hija.
Chren-Chren,
más tarde, liberó a las prisioneras, luego las condujo a su casa, pero en el
camino volvió a aparecer la maligna serpiente atacando a Chren-Chren, sin
embargo, ésta como pudo logro escapar sumergiéndose en el fondo de las aguas.
Caicaivillu
avisó a Pillañ, el jefe de los espíritus del aire, quien desató al trueno y
convocó a los genios que le obedecían.
Una vez
reunidos trazaron un plan conviniendo ahogar a Chren-Chren y a sus protegidas.
Para llevar a
cabo el plan, era necesario provocar una inundación de tal magnitud que los
mares se elevaran hasta la cima de la montaña.
Caicaivillu
ayudada por los genios del mal comenzaron su obra de destrucción. Los animales
espantados comenzaron a huir yendo a refugiarse a la cueva de Chren-Chren.
Con el correr
de los días, la tormenta no cesaba y el agua comenzaba a cubrir la entrada de
la caverna.
Con gran
esfuerzo, Chren-Chren trepó más y más alto y consigo llevó a muchos de los
animales. Caicaivillu no cejaba en el intento destructor provocando enormes
olas queriendo inundar la cueva, morada de Chren-Chren.
El duelo
entre el bien y el mal se prolongó por días y días.
Cuanto más
subía el agua más alto trepaba Chren-Chren llevando a los animales y también lo
hacia Caicaivillu para destruir a su enemiga.
Al fin
Chren-Chren llegó a la cúspide y Caicaivillu la alcanzó, las dos se trenzaron
en lucha pero la serpiente buena, con un enorme coletazo logró desprender una
roca enorme que al caer aplastó a Caicaivillu, matándola al instante.
El tremendo
choque hizo que el agua trepara casi, casi hasta las nubes.
Cuando dejo
de llover, reapareció el sol, las aguas bajaron y todo volvió a ser como era
antes.
Chren-Chren,
la serpiente bondadosa logro salvar a la bella Entullahueñ, a su hija y a todos
los animales.