Todo el mes de agosto y en especial el día en que este
comienza, es el tiempo que los pueblos originarios de Suramérica han
consagrado a celebrar a nuestra Pachamama, ya que se aproxima el
momento de roturarla y sembrarla.
Nuestra Madre Tierra es quien nos da Vida, es nuestra
única casa; nos recibe con su abrigo cuando morimos y junto al Inti Tataj (Sol)
y la Mama Killa (Luna) conforman el Cosmos, del cual los seres
humanos somos solo una minúscula partícula y no dueños de Él.
LA CORPACHADA
Haciendo un pocito en la tierra, formando como una
"boca", la madre recibe alimento sólido y bebida que el hombre le brinda
fervorosamente mientras musita una oración, un ruego, no un rezo
católico ni de ninguna otra "religión", que será en kechua, en
aymara, en guaraní o en castellano.
La fe en la Pacha no es de ningún modo una superstición,
como despectivamente la han calificado ciertos investigadores
"cultos", ni tampoco debe compararse con aspectos de la religión que
trajeron los conquistadores. No debe cometerse el error de comparar a la
Pachamama con la Virgen María, ni con otras deidades aborígenes, ni con los
ángeles ni otras cosas por el estilo.
El culto a Inti, a Killa, a Pachamama y demás deidades
son parte del complejo universo espiritual de los primeros habitantes de
nuestra tierra americana.
Los antiguos habitantes de gran parte de la actual
Provincia de Buenos Aires, donde habitamos millones de argentinos, eran los
kerandí.
Los kerandí protagonizaron la primera gran defensa del
territorio de lo que es hoy Suramérica contra los invasores españoles, cuando
expulsaron con flechas y piedras a Pedro de Mendoza y los suyos en 1536 y no le
permitieron asentarse en el sitio donde hoy está la Ciudad de Buenos Aires.
Para proseguir su plan de extender sus dominios en
América fue necesario que cuarenta años después bajara desde Asunción del
Paraguay el español Juan de Garay para fundar Buenos Aires.
Garay es quien, a sangre y fuego, masacró a los kerandí,
no permitiendo una segunda resistencia de los indios. A tal punto los destruyó
que no quedó testimonio alguno de la lengua que hablaban, cuáles eran sus
creencias espirituales, si tenían alguna expresión musical...
Por ello no sabemos cómo celebrarían ellos a la Madre
Tierra y por extensión a toda la Naturaleza.
Habiendo conocido las creencias de naciones aborígenes
que habitaron (y aún habitan) el Norte, el Centro y el Sur del actual
territorio argentino, se ha comprobado que todas sintieron (y sienten sus
actuales descendientes) un absoluto respeto por la Naturaleza. Y como con toda
seguridad los kerandí también la celebrarían, realizaremos la Corpachada,
al modo que se hace especialmente en nuestras provincias del Noroeste.
En efecto, nuestros compatriotas jujeños, salteños,
catamarqueños y tucumanos, a la vez que han abrazado las creencias religiosas
que trajeron los conquistadores, paralelamente mantienen vigente la
espiritualidad que nos viene de los indios.
Y entonces conviven las creencias americanas con las que
llegaron con los barcos, pese a que tantas veces a lo largo de los últimos 532
años se ha intentado confundir a nuestra gente, mezclándole al
"Diablo", al "Satanás" que trajeron los católicos con el
culto a la Tierra. Como si todo lo que está en el centro de la Tierra le
perteneciera al Diablo y todo lo que está en el Cielo a Dios.
Nada ha podido desplazar totalmente al culto americano,
porque no es opuesto, ni inferior ni superior al católico.
Simplemente es diferente.
INVITACIÓN AL LLAMADO DE
LA TIERRA
Celebraremos pues la Corpachada. Los participantes, tanto
los que iremos por primera vez como los que lo hacemos todos los años,
llevaremos alguna comida (las tradicionales, con las que nos alimentamos a
diario, evitando las "ultrarrápidas de plástico" y
bebidas habituales (agua, saborizadas...) no
alcohólicas. No le ofrendaremos cigarrillos encendidos ni apagados. Esas
comidas y bebidas serán para ofrendar a la Pacha y para compartir con los demás
participantes.
En el pocito, o sea la "boca de la
Pachamama", mientras le entreguemos nuestra ofrenda le diremos (en voz
alta o baja, según nuestra preferencia):
"Pahamama cusiya, cusiya, cusiya" y lo que le
queramos pedir y/o agradecer con nuestras propias palabras, las que nos inspire
nuestro corazón.
Cusiya significa "alégrame, dame
Vida".
Pachamamax janiw jiwasankiti, jiwasanakaw.
Pachamama jajapta. Janiw khitis jiwayañapakiti. (aymara)
Yvy ndaha`ei avave mba`e yvy pora ha`e i memby.
Avavé ndaikatui ñambuai. (guaraní)
En castellano es: NADIE ES
DUEÑO DE LA TIERRA SINO QUE SOMOS PARTE DE ELLA. NADIE TIENE DERECHO A
DEPREDARLA.