En la localidad
jujeña de Casabindo, se lleva a cabo cada 15 de agosto, cuando la gente
conmemora la Asunción de la Virgen María, una peculiar celebración
que va entre lo religioso y lo pagano y se ofrenda a la Pachamama.
Esta fiesta atrae a
jujeños, a gente de otras provincias y turistas que son testigos de un suceso
único aquí en Sudamérica.
Este espectáculo
consiste en el toreo de la vincha, cuya misión es arrebatar de las astas del
toro una cinta roja, a veces con monedas que luego le ofrecen a la virgen.
El inicio de esta
fiesta, dicen que comenzó en tiempo de la conquista a raíz de la detención de
un originario que luchaba para conquistar la libertad y de nombre Tabarta.
Una vez detenido,
se lo condujo hasta la plaza del pueblo y fue echado al ruedo, en medio de
varios toros bravíos. Todo el pueblo alentaba a Tabarta.
Dicen que el
valeroso joven, se acercó a los toros y mirándolos fijamente les sobó la
cabeza.
Los toros no le
hicieron nada, las autoridades que sometían a Tabarta, furiosas le arrancaron
la vincha, regalo de su padre, la cual estaba adornada con monedas de plata del
Perú.
Cuando las
autoridades tuvieron la vincha en sus manos, se la pusieron en las astas de una
de las bestias.
Tabarta estaba
enfurecido e intentó recuperar su preciado bien, estiró su brazo y quiso
retirarlo de las filosas astas del toro, pero el animal lo envistió dándole un
fuerte empellón.
El cuerpo de
Tabarta voló por el aire y la vincha que sostenía en sus manos fue a caer justo
a los pies de la virgen que se encontraba emplazada en una pequeña ermita, a un
lado de la plaza.
Hoy en día, el 14 y
15 de agosto, en honor a la Virgen de la Asunción, los aspirantes a toreros
enfurecen al toro, que porta una vincha roja sobre su asta, agitando algo rojo
junto a los gritos del público y el estruendo de bombas y cohetes, solo que
aquí el toro no pierde su vida.
Ese día la fiesta
comienza muy temprano con misa y procesión exhibiendo imágenes de santos que
los lugareños denominan Misachico.