TIERRA, AGUA, VIENTO Y
FUEGO
por Wenceslao Villanueva
La oralidad es una
práctica habitual en nuestras culturas ancestrales, que nos ayuda a registrar
pasajes importantes en nuestra memoria. Así en Buenos Aires, a partir de la
década de los años 70` fuimos viendo cómo crecía un sinfín de semilleros
indígenas que auguraban espacios de reflexión como el "AIRA", el
"Centro Kolla" y otros, los que en su principio trataban sobre la
celebración a nuestra Pachamama (Madre Tierra). De esta manera, uno de nuestros
ancianos, Florentín
Alancay (orfebre de oficio), nos insistía que "no hay
que olvidarse de nuestros rituales". Él siempre estaba con su akhullico (bolo de
hojas de coca en un costado de la boca), recordándonos que en cada agosto, hay
que agradecer a la Madre Tierra. Así él, como "Kolla" era seguidor
del recordado abuelo Cipriano
Tarquino (músico y lustrabotas de oficio), de quien no
olvidaba sus trajines en la década de los años 50`, tomando de él la costumbre
de homenajear a la Pachamama y con quien vivió el proceso de formación de las
primeras políticas peronistas de inclusión social de los pueblos aborígenes
desarrolladas en la década de los años 40`. Tanto Tarquino como Alancay no
permitieron que los indígenas noveles nos olvidemos de las cosas más
importantes de nuestra historia.
Cipriano Tarquino durante la década de
1960 integró la Compañía de Arte Folklórico que dirigía el maestro Ariel
Ramírez, la que también incluía al charanguista Jaime Torres.
La Pachamama es una de
las deidades más importante entre los habitantes kollas de Abya Yala (antiguo
nombre del Continente Americano). El vocablo "Pacha", proviene de la
palabra que designa al Cosmos o Universo, y que al mismo tiempo se refiere a un
espacio o a la misma tierra que pisamos como generadora de Vida, o como símbolo
de fecundidad. En síntesis, Pachamama es la madre dadora de Vida, la que da
sustento a sus hijos.
La ceremonia a la
Pachamama (Corpachada) es una de las tantas celebraciones que siguen a la
fiesta del Inti Raymi (fiesta del Sol en el mes de junio) y se realiza para
agradecer por todos los frutos recibidos. Para ello cada familia prepara el
mejor alimento natural y nutritivo elaborado con mucho afecto, ya que ese
alimento se depositará en el seno y servirá para reactivar y alimentar a la
abuela de la madre de nuestra madre.
El sitio donde se
realiza el ritual se sahúma con `Qupala` o `Q`ua`, que alejará las energías
negativas. Luego se procede a realizar un pozo para depositar la ofrenda
comunitaria para enseguida Ch`allar (rociar) con Sulla (agua del rocío),
o con chicha fresca (bebida de maíz) o k`usa (bebida de quinua) acompañado de
flores. O también se puede challar con las primeras gotas de la lluvia, que
debe ser recibida invocando a los seres tutelares, la cual se conserva para
cada ocasión. Esta práctica de ch`allar como lo hacían nuestros abuelos
indígenas de Abya Yala no se realiza con alcohol (vino, cerveza o bebida
blanca). Todavía en algunos lugares nos quedan contados Yatiris (sabios), que
llevan el conocimiento de ch`allar con Sulla.
Esa agua debe ser de la transpiración de las flores del amanecer, o las gotas
de las plantas. No se
ofrenda con bebidas etílicas, ya que éstas dañan el seno
de nuestra Madre Tierra, como también dañan a sus hijos.
Cada 1º de agosto, desde
1992, se celebra a la Pachamama en la Plaza Grecia (integrante de la Plaza
Naciones Unidas) de la Ciudad de Buenos Aires con la convocatoria del Concejo de Acontecimientos
Aborígenes (CAA). Es importante saber que Buenos Aires es
la única capital latinoamericana que posee un lugar ceremonial público
destinado a comunidades originarias a partir de que el CAA comenzara a
realizarlas en el sitio indicado, lo cual le valió la "Declaración de
Interés Cultural" por parte de la Legislatura de la Ciudad Autónoma de
Buenos Aires expresada en la Resolución 272/2001. De esta manera, este sitio se
encuentra adornado y en festividad. La Pacha es concebida como una mujer anciana,
de pequeña contextura, trenzas largas, vestida con pollera y rebozo con los
colores de la Wiphala, con un sombrero o pañuelo en la cabeza. Su vejez se
asocia con la experiencia y la sabiduría.
Así ocurre en este
espacio por su historia. Y porque se encuentra emplazado muy cerca del río, en
un lugar elevado abierto a la Naturaleza y en contacto con la urbanidad. Así
sucede en este centro ceremonial formado por un círculo perfecto, desde donde
los celebrantes nos conectamos con una de las criptas que se encuentra en el
centro mismo del "Panteón de la Recoleta". En ese lugar se eleva
altivo un ancestro, hijo de la Pachamama: Juan Bautista Tupac Amaru, muy cuidado y
amado por el impulsor de la "Revolución de Mayo" y creador de nuestra
"Bandera Argentina", Don Manuel Belgrano.
Así desde ese centro
invocamos al "Abuelo Fuego" quien ya hace de escribano junto al agua,
el aire y nuestra homenajeada: la Madre Tierra. Así cantamos cada primero de
agosto un temazcal que en su oralidad repite:
"...
Tierra es mi cuerpo, Agua es mi sangre, Viento es mi aliento y Fuego es mi
espíritu..."
Corpachadas en la Plaza Naciones Unidas (Ciudad de Buenos
Aires) En la foto de la izquierda el Tata Alancay luce poncho rojo y gorro de
lana (chucllo), mientras ofrenda Wencesalao Villanueva. En la foto de la
derecha, vistiendo traje de barracán, está acompañado por Wenceslao, Ricardo
Acebal y Villanueva hijo. De fondo el edificio de la Facultad de Derecho de la
Universidad de Buenos Aires.