ES NEGRITO PERO ES LINDO
por Ricardo Luis Acebal
Durante 1970, cuando Leopoldo Torre Nilsson dirigía la filmación de "El
Santo de la Espada", recibió del gobierno presidido por el general Alejandro
Agustín Lanusse, la "sugerencia" de
que José de San Martín no besara en la boca a su esposa Remedios de Escalada, a
quien no veía desde hacía meses. Por lo tanto don José, en la escena del
reencuentro, luego de varios planos y contraplanos que mostraban los rostros
ansiosos de él y de Remedios, le estampa a ésta un muy "pudoroso" beso en la
frente.
Pero no fue esa la única "recomendación" gubernamental con respecto a cómo
se debía mostrar a San Martín. Luego de la batalla de Chacabuco, recorriendo el
campo de batalla, ante el panorama de los centenares de muertos del Ejército
Libertador, San Martín repitió varias veces "¡Ay, mis negros!" (de los cinco
mil hombres que componían sus fuerzas, 2.500 eran "negros, pardos, zambos,
mulatos, morenos...) y acompañó con lágrimas las expresiones de dolor que esa
situación le provocaba.
Enterados (los militares de 1970 y las autoridades del Instituto Nacional
Sanmartiniano) de que Torre Nilsson mostraría a ese San Martín de carne y
hueso, también le "recomendaron" que no
incluyera esas escenas. San Martín, así como no podía besar apasionadamente a
su esposa tampoco podía llorar. ¡Y menos por la muerte de soldados negros!
Estas escuetas referencias constituyen solo un botón de muestra de cómo nos
"educaron" a los argentinos del siglo pasado en cuanto a qué debía
enorgullecernos y qué no en lo que respecta a nuestra Historia. Cuánto debíamos
saber sobre quiénes la protagonizaron como conductores y como tropas de
nuestros ejércitos.
Desde luego que la participación de aborígenes tampoco fue destacada por
nuestros "historiadores oficiales" sino absolutamente ignorada.
Y así continúa hoy la cosa.
La nota publicada en "Salta 12" titulada LA NEGRITUD EN SALTA, firmada por
Facundo Sinatra Soukoyan llegó a nuestro conocimiento gracias al director de
Cine Alejandro Arroz, a quien agradecemos que nos permita compartirla con
nuestros lectores.
Porque este tema de la "invisibilización" de nuestro origen (como
individuo, como pueblo y como país todo) continúa hoy, manteniendo la vigencia
de que hay quienes nacieron para mandar
(siempre poquitos y bien rubios) y quienes nacieron para obedecer, confirmando
que "el padre del aula Sarmiento inmortal" tenía absoluta razón cuando sostenía
que la "civilización" debía vencer a la "barbarie", como fuera, no haciendo
ningún esfuerzo para "economizar sangre de gauchos"...
Una historia
de invisibilizaciones
La negritud en Salta
A partir de una búsqueda personal, el cineasta salteño
Alejandro Arroz comienza a preguntarse por algunos "huecos" en la historia
familiar. Relatos incompletos y fotos olvidadas, son el puntapié para
desentramar un ovillo que lo llevó a reconocerse afrodescendiente, e iniciar un
camino de multiplicación y visibilización de la causa.
Por Facundo
Sinatra Soukoyan
25 de junio de 2023 - 09:43
Muchas preguntas e
interrogantes surgen al hablar de la presencia histórica y actual de las
personas afrodescendientes en Argentina. La invisibilización y el
borramiento en la historia oficial, con el fin de construir una
Argentina uniforme, homogénea y sobre todo blanca y europea, generó que en
el acervo social se conservara la idea de que la negritud no habitó en estas
tierras.
Sin embargo, dos grandes
datos rebaten esta afirmación: el censo poblacional realizado en 1778
mostró que en el territorio luego llamado Argentina, el 46% de la población era
de origen afro. Sumado a esto, y con nuevas indagaciones y visibilizaciones
desde organizaciones afro y el incipiente acompañamiento estatal, se calcula
que en el país hoy viven alrededor de dos millones de personas que
tienen origen negro.
Buscando
desde lo personal y cotidiano
Alejandro
Arroz
, salteño, cineasta,
recuerda cada uno de los momentos en los que, ya en su vida adulta, comenzó a
enterarse de las raíces afro que lo atraviesan. "El primer acercamiento con
la negritud fue estrictamente personal a partir de ver en
decenas de fotos, del lado de mi abuela materna, que eran evidentemente negros.
Entonces ahí descubro todo eso, y también los ocultamientos familiares que son
parte de una historia que comparto con mucha gente en el país y en el exterior,
una historia que permanece en secreto donde están involucrados los silencios
familiares que quedan muy bien guardados".
Familia Ovejero Paz (Imagen: gentileza Alejandro Arroz).
Recorriendo álbumes de
fotografías familiares, un día Alejandro se encontró con una imagen. "En una de
las tantas fotos aparece un sacerdote negro, un cura negro. A mí me
causó mucha curiosidad y le digo a mi madre, que era blanca de ojos verdes,
quién era ese sacerdote, pensando que era un misionero que había venido de
África, y para mi sorpresa me dice `este es mi primo Cotú`, y pensé
‘debe ser primo de corazón’, pero no. Así que ahí empezó todo".
A raíz de este
descubrimiento, Arroz comenzó una lenta pero constante indagación que lo llevó
a dar con otros familiares que podían tener más fotos, recuerdos y datos sobre
la negritud familiar. Sin embargo, muchos, quizás la mayoría, prefirieron
seguir manteniendo aquel silencio que atravesó la historia familiar.
"No quisieron
mostrarme fotos de los negros, muchos de los cuales vivían. A ese grado llegaba
el ocultamiento. Entonces de alguna forma me alié con mi tío
Patricio para tratar de conseguir fotos", recuerda Arroz. En este
derrotero algunos datos comenzaban a sobresalir y a llamar la atención: "mi
abuela se llamaba Blanca; otra de mis tías, la que tenía el estereotipo negro
bien marcado, también se llamaba Blanca, y había otra que se llamaba Clarita.
Eso también me llamó mucho la atención, de cómo hasta en los nombres trataban
de ‘blanquear’ la situación familiar".
Cotú (Imagen: gentileza Alejandro Arroz).
Luego de indagar e
intentar desandar la trama histórica de silenciamientos familiares, un hecho
familiar lo puso ante esas imágenes que buscaba. "Un día Patricio me llama y
me dice ‘murió la tía Clarita y heredé una caja de zapatos llena de las fotos
de la familia’. Esa misma noche hicimos una cena, también con mi madre que
aún vivía, y estuvimos hasta las cinco o seis de la mañana mirando
fotos e identificando a la gente. Esa fue una íntima reunión familiar
pero que sirvió para desplegar todo un universo que estaba y sigue, en parte,
totalmente ocultado. Esa noche fue muy importante para mí".
Multiplicar
el mensaje
Aquella certeza sobre sus
orígenes llevó al cineasta salteño a tomar las herramientas que más
sabe utilizar y comenzar a pensar una serie documental con el fin de
ampliar aún más los márgenes de su historia personal, y amplificar el mensaje
para compartir el conocimiento general de la temática y sus historias de vida.
"A partir de allí
comienzo el guión de la
serie Blanco y Negro
; presento un proyecto y gano. Desde
el primer momento la intención fue decir, tenemos que empezar a hablar
de esto, tenemos que empezar a hablar de quienes tienen familia
descendientes de africanos, de los que nos sentimos orgullosos, de los que no
se sienten orgullosos, de los que lo niegan, de los que no saben por qué
reconocerse, de todos ellos. Hay que tener en cuenta el racismo estructural en
nuestro país que hace que nadie se sienta orgulloso de descender de esclavos,
eso va cambiando de a poco, pero es largo el camino. En ese sentido la
serie fue muy motivadora porque mucha gente que la vio me dijo ‘yo salí
corriendo a ver los árboles de familia’".
Familia Ovejero Paz (Imagen: gentileza Alejandro Arroz).
Si bien Alejandro subraya
constantemente que su trabajo no es de corte investigativo, el devenir creativo
de la serie documental lo fue nutriendo en cuanto a datos particulares de los
seres humanos esclavizados que lo antecedieron y fueron traídos hasta América.
"Es muy difícil determinar de dónde llegaron los seres humanos secuestrados
que luego fueron esclavizados, porque obviamente no hay registro de eso,
hay solamente números, ‘en tal barco llegaron tantos números’. Sumando más
complejidad, el tráfico esclavista en Sudamérica fue desde el Río de la Plata
hacia arriba, pero también desde el Alto Perú hacia abajo, entonces es casi
imposible determinar de dónde vienen. Sí hay algunos estudios que dicen las
regiones de donde podrían haber llegado. En mi caso me dijeron que pueden haber
sido bantúes, pero todo eso está en potencial porque no hay
registros públicos ni nada por el estilo. Los que descendemos del ser
humano esclavizado tenemos también ese problema, no poder rastrear los orígenes
más allá de bisabuelo o tatarabuelo".
"En conferencias y
encuentros nacionales o internacionales que participé sobre la temática afro,
había muchos parecidos con lo que yo venía observando en relación a las
cuestiones familiares. Es la misma problemática a nivel global, por eso es muy
importante el término diáspora africana en el mundo, ya que engloba
a todos los descendientes de africanos que, según donde llegó el barco
esclavista, tienen sus nacionalidades posteriores cuando los países se
independizaron".
Tío Patricio de niño en primer plano (Imagen: gentileza Alejandro Arroz).
Una
encuentro que completa
"Siempre tuve una
búsqueda muy grande por la identidad", comenta Arroz reflexionando
sobre el motor que lo llevó desde el descubrimiento casual de la negritud de su
antepasado Cotú, hasta convertirse en un difusor de la causa afro: "Siempre
me interesó saber de dónde somos, de dónde venimos y hacia dónde vamos,
sabiendo obviamente que nací en Salta, que adoro esta tierra, y en ese sentido,
por ejemplo, para mí era admirable la identidad fuerte del Pueblo Wichí, que a
pesar de las miserias, del hambre, de la discriminación, de las matanzas, de
ser esclavizados en los ingenios azucareros, de ser esclavizados también por
las compañías religiosas, pensaba ‘¿cómo es tan fuerte esa identidad?’, porque
uno en la ciudad es un híbrido, y descubrir que tenía una pata africana
y poder explorarla, poder valorarla, es una forma de completarse".
Los y las afrodescendientes
en la provincia de Salta poco a poco van reconociéndose, en un trabajo
lento pero constante saltando silencios, prejuicios y sintiéndose acompañados
en un colectivo que los abrace. "En cada actividad que hacemos vamos
encontrando gente de ramas africanas. Sirve como ejemplo el comentar que las
raíces de la música argentina son africanas en su mayoría. El tango, la
chacarera, el malambo, son bases rítmicas africanas, eso lo explicita muy
bien Fall Madior Dieng, un senegalés que vino a hacer música a
Argentina y es un gran gestor cultural desde la provincia de Tucumán. Él
contaba las similitudes entre los ritmos senegaleses, y que en Senegal estaba
el mayor puerto esclavista, de ahí salieron la mayor cantidad de barcos.
Decía que la chacarera es idéntica a la música africana, cosa que nosotros
creemos que es muy argentina".
A su vez, también se dan
situaciones individuales que prefieren quedar en el resguardo personal. "Por
otro lado, me encontré con mucha gente aislada, algunos que quieren hablar en
privado, otros que quieren exteriorizarlo, otros que lo niegan, hay gente que
tiene el fenotipo y lo no lo asume, es un proceso largo el reconocerse".
Alejandro Arroz, primero de la derecha, en el 1er Congreso Nacional de
Afrodescendientes y Africanos de Argentina (Imagen: gentileza Alejandro Arroz).
Alejandro es parte de
la Comisión para el Reconocimiento Histórico de la Comunidad
Afroargentina dependiente del INADI. "Somos 10
integrantes, nos manejamos de manera totalmente horizontal y ad honorem.
Tampoco tenemos presupuesto pero de igual manera nos parece un lugar importante
a ocupar".
"Negros en ambientes
institucionales, domésticos y rurales de la salta colonial" es un proyecto de
Arroz que fue seleccionado y aprobado para su realización por el Ministerio
de Cultura de la Nación. "Son una serie de conferencias presenciales,
cuatro charlas, conversatorios, que se van a realizar en primer lugar en
Salta".
"Con la Comisión
estamos trabajando en un segundo proyecto que vamos a presentar al INCAA,
que tiene que ver con cuestiones básicas, definiciones que la gente
se pregunta. Porque vimos que hay un montón de personas que se preguntan si
está bien decir negro o no, o el blackface, que es pintar la cara de negro a
los chicos en los actos escolares. Entonces la idea es trabajar sobre eso,
cuestiones básicas que siguen estando muy presentes en las preguntas que nos
hacen. Además, porque muchas veces los docentes se interesan, nos piden
bibliografía para trabajar el tema y no hay, porque toda la bibliografía
generalmente fue escrita por blancos".
Posiblemente la
realización de varios de estos proyectos tengan su punto de coincidencia y
cierre el 8 de noviembre, Día Nacional de afroargentinos y
afroargentinas, en homenaje a María Remedios del Valle, combatiente del
Ejército del Norte y nombrada capitana por Belgrano, que falleció el 8 de
noviembre de 1847.
Aún en los libros de
historia no hay negros ni negras, y en todo caso, su pequeña participación
histórica está relegada al vendedor de velas, la vendedora de empanadas o al
farolero que prendía los candiles en la oscura noche de la época colonial.
Luego, por arte de magia, se fueron, desaparecieron, ya no hay, no están en esta
tierra. Sin embargo, otros entramados históricos, poco a poco, comienzan a
escribirse y mostrar su presencia histórica y actual.