Este volcán se encuentra en la provincia de
Cartago,Turrialba, Costa Rica y su elevación alcanza los 3.340 metros de
altura.
En la actualidad la zona de Turrialba es de gran
importancia debido a la gran actividad agropecuaria debido a la riqueza de su
suelo, que lo hace apta para gran diversidad de cultivos de hortalizas y
prolifera también la ganadería, a causa de sus abundantes pastizales.
Dicen que dicen...que en esta región de América
Central, en la zona que habitaban distintas comunidades aborígenes que
destacaban como alfareras y entre sus actividades cotidianas, la
confección de instrumentos musicales los hacía especiales.
Ellos vivían allí felices, eran guiados por un cacique que
los protegía fielmente, tanto que por todos los medios, evitaba el contacto con
las demás tribus vecinas, por ello no aceptaba choques ni diferencias.
Cierto día,la tragedia tocó el corazón del cacique, quien
fuera su pareja falleció de imprevisto y él quedó al cuidado de su única hija.
El nombre de la muchachita era Cira.
Cira era una adolescente de singular belleza, sus largos y
negros cabellos le sobrepasaban la cintura,sus facciones eran delicadas, sos
ojos grandes y negros como el azabache, eran alegres y vivaces y su cuerpo bien
fprmado llamaba la atención de todos los jóvenes de la comunidad. Ella era dulce
y agradable.
Su padre la había adiestrado con el arco y las
flechas y como era temeroso del futuro de su primogénita, la cuidaba
desmesuradamente, la protegía como la más preciada joya del mundo.
Siempre al lado de Cira había un séquito de doncellas que
la cuidaban y seguían a todas partes, claro que ella era bastante astuta y en
algunas ocasiones lograba deshacerse de esa incómoda situación y por un rato
gozaba de su libertad.
Todas las mañanas, Cira recogía frutas maduras o
juntaba flores silvestres, que luego obsequiaba a los niños y
ancianos.
Con el transcurso del tiempo, Cira se transformó en una
jovencita adorable y su padre planeaba que Uuchul. un joven cazador de la
comunidad y antiguo compañero de juegos de Cira, fuera su consorte, el joven
solía visitar asiduamente a la muchacha con obsequios inesperados pero ella los
desestimaba, porque no sentía la menor atracción hacia él.
La verdad era que la joven estaba enamorada de
otro joven de una tribu vecina.
Nadie conocía su secreto, ni siquiera su amiga más íntima.
Durante el año anterior, mientras ella recogía
algunas frutas maduras y tentadoras, sus acompañantes se distrajeron un
rato, entonces ella lo vió, él cazaba conejos, era apuesto, alto, de
largos cabellos negros al viento, y cuerpo ágil, pero sólo lo vió de
lejos.
Esa noche Cira no dijo nada a nadie, pero no pudo
dormir pensando en el desconocido, su figura había quedado impresa en su
retina, por lo que trazó un plan.
Muy pronto se realizaría la competencia de arquería en la
que participarían los mejores arqueros. ella misma se encargaría de
invitarlo.
Al día siguiente ella se escabulló sin ser vista, fue en
busca del desconocido cazador, camino todo el día, era como si una voz interior
la llamara. al llegar el atardecer, cuando el sol caía y la oscuridad se iba
apoderando del monte, se sintió sola, triste y asustada, entonces lloró, lloró
desconsoladamente y se sintió
muy cansada. Luego, casi sin darse cuenta, se quedó
profundamente dormida.
No supo cuanto tiempo durmió, pero al despertarse lo vió.
Él estaba sentado frente a ella y la observaba con una
mirada tierna pero inquisitiva.
Ella se estremeció al verlo.
El joven, ante la cara de sorpresa de la joven le advirtió que no iba a hacerle
nada, se presentó como alux, y le extendió la mano.
Luego ellos charlaron mucho tiempo, parecía que se conocían
de siempre y tomados de la mano caminaron más allá de la montaña y hablaron,
hablaron mucho, hablaron de todo, hablaron de amor. En la comunidad todo
era confusión, el cacique ordenó buscar a Cira en cada espacio de la
selva, que se pobló de gente y de gritos, los tambores sonaban sin parar, y el
nombre de Cira sonaba en cada rincón. El padre de la joven encabezaba la
búsqueda y los guerreros lo seguían enarbolando arcos y flechas descontroladamente.
De pronto los vieron, allí en la cima de la montaña se los
divisaba, muy abrazados, tal como una pareja de palomos, arrullándose
el uno al otro, tal como una pareja de enamorados.
¡Cómo Cira osaba ofender a los suyos entregándose así a un
hombre de otra tribu !, ese ultraje era intolerable, si bien el cacique
dió la voz de alto, todos desoyeron sus órdenes, el desenlace fue violento,
todos apuntaron sus afiladas flechas hacia la
pareja y en menos de un suspiro, sus cuerpos entrelazados cayeron al piso.
En ese preciso instante, la selva entera bramó abriendo un
pozo inmenso a modo de una enorme y feroz garganta que se tragó ávidamente a
los enamorados desapareciendolos para siempre.
Luego del interminable pozo brotaron inmensas columnas de
humo, un humo divino y venerable, como la celebración del amor que Cira y
Alux, en tan breve tiempo, habían logrado.
Ese mismo humo fue visto por los conquistadores
años después al arribar a estas tierras, que arrobados por él, lo llamaron
Torre Alba.
Así nació el volcán Turrialba en la bella tierra de
Costa Rica.