El río Colorado nace en la Cordillera de los Andes, en la confluencia de
los ríos "Barrancas" y "Grande", a 834 metros sobre el nivel del mar, entre las
provincias de Mendoza y Neuquén. Recorre aproximadamente 1.000 km a través de
la meseta pampeana hasta su desembocadura en el mar argentino por su región
delta a través de la Provincia de Buenos Aires.
La mayor parte del cauce del río Colorado proviene del deshielo de las
precipitaciones de nieve en la cordillera, que oscila entre 1.000 y 1.200 mm
anuales. Al bajar de la cordillera, el río Colorado se desplaza por un
territorio que va de árido a semiárido, recibiendo entre 160 mm de lluvia en su
punto más seco sobre la meseta; y 400 mm en su desembocadura por el delta.
Las crecidas se producen por el deshielo de la nieve en las cordilleras,
que llega a su cauce por medio de sus afluentes. El caudal promedio es de 130
metros cúbicos por segundo, alcanza su máximo en el verano, comenzando entre
agosto y septiembre cuando registra promedios de 500 metros cúbicos por segundo.
El compositor y cantor Hugo Giménez Agüero, cuando interpretaba el malambo
sureño "Más allá del Colorado" (de Forcada y Merlo) le señalaba con énfasis a
todas y todos las argentinas y los argentinos que mantienen la vigencia de ese
"principio" que nos viene desde 1810: "todo se mira, mide y valora desde la
ciudad puerto Buenos Aires": "sepa usted
que hay una tierra más allá del Colorado".
De estas cuestiones identitarias trata la nota que el poeta y escritor Pedro Patzer desarrolla a continuación.
Identidad Cultural valora y agradece
este aporte.
RÍO COLORADO Y LA SED DE
IDENTIDADES PATAGÓNICAS
por Pedro Patzer
Se considera al río Colorado el comienzo de la Patagonia, aunque afirmar
esto es tan extraño como intentar delimitar la frontera de los vientos, ya
que nadie puede decir a ciencia cierta "aquí comienza la Patagonia".
La Patagonia no sólo comienza en el Colorado, ella empieza en algunas
personas, mujeres y hombres, que son Patagonia.
Un viejo esquilador en sus manos lleva el comienzo de la Patagonia, una
maestra de la escuela del paraje Estación Fortín Uno, por donde el tren ha
dejado de pasar y con su ausencia se ha desatado la cultura de la adversidad,
lleva en su amor por la docencia el inicio de la Patagonia.
Y quienes alguna vez la caminaron, la soñaron, intentaron hallar su tahiel
en un camaruco, recibieron a sus hijos, enterraron a sus muertos o tuvieron que
abandonarla, son de alguna manera también el comienzo de la Patagonia.
Además de la metáfora de nacer en las alturas de la cordillera, el Colorado
es un río que llega hasta el mar. Ese destino trascendente se parece al del
pueblo patagónico.
Su identidad, que va de los Andes al Océano Atlántico, es la de un pueblo
hecho de muchos pueblos. El Colorado es un río hecho de ríos, ríos hijos
de la nieve (del Grande y el Barrancas) pero también el Colorado es una cultura
hecha de muchas culturas. Sus aguas son el espejo del indigena, del gaucho, del
inmigrante, es decir, sus aguas son memorias de idiomas, cantos y silencios de
gente que ha caminado intensamente la vida y la muerte y las varias
resurrecciones de esta tierra.
El mapuche Simón Antieco, héroe de nuestra Guerra por Malvinas en 1982 y Wtetinkone y su hermana Chamksuwun, hijas de madre tehuelche y padre irlandés. 1896/1899.
El canto del río colorado está hecho del retumbo del kultrún de la Machi,
de la milonga chúcara de los herederos de la pena extraordinaria, del acordeón
de las y los venidos en barco, entre muchas otras músicas.
El Río Colorado ha guardado por milenios un secreto ancestral a orillas de
Casa de Piedra: rastros de la más antigua presencia del humano en La Pampa, un
enterratorio con ajuar de casi 9.000 años.
Por lo que podríamos decir que, entre otras muchas cosas, el Colorado es
guardián de la presencia de nuestros mayores. Y esto cobra vital
importancia histórica, dado que aquellos navegantes españoles que en 1779, comandados
por Villarino, exploraron el Colorado, denominaron a su travesía como
"descubrimiento", argumentando que "realmente nadie hasta entonces había
visitado aquel río".
Como si todos nuestros pueblos originarios, quienes le dieron su nombre Coli Leuvú (Río Colorado en mapuzungun)
no lo hubieran poblado con sus dioses, rituales y leyendas, con sus idiomas de
constelaciones y barro, como si ellos no fueran el alma del propio río que
viene de tan lejos y que jamás ha renunciado a su destino de mar, a custodiar
nuestras soledades culturales, kilómetros que el Colorado surca en absoluto
desamparo, escuchando los monólogos del desierto, manteniendo diálogos
planetarios con viejas colinas y con estepas que coleccionan todo el
silencio del mundo.
Caldenes, algarrobos y chañares que suelen ser la casa de los trinos que
hacen amanecer a la soledad del continente, pajonales y arenales interpelados
por ese viento que todo pregunta y nada responde.
Aunque nadie sabe más del río Colorado que las piedras, sus hermanas que le
han sostenido el alma desde hace siglos, que lo han visto a veces como zorro,
guanaco, puma, ahogado, humilde pescador, chamana o wüñyelfe, nombre que las
hijas e hijos ancestrales de sus márgenes le dieron al lucero...
Zampa, Sampa o yerba del diablo o yuyo yerba, un ejemplar de águila mora y una estampilla del Correo Estatal de nuestra hermana República de Cuba. El epígrafe de la imagen del aborigen dice: "TEHUELCHE (Argentina)
Cada tanto el Colorado baja notoriamente su caudal. Hay varias hipótesis
sobre este hecho, entre ellas la del poeta pampeano Edgar Morisoli: "Magro el Coli Leuvú. Ya van seis años de caudales
escasos... Los técnicos nos muestran el hidrograma histórico...y aducen una cierta
recurrencia.
Ojalá que fuera así, pues lo que
yo temo
es la venganza del Nguenpirén:
aquel que mora en las cumbres
andinas,
el dueño de la nieve cuya ira han
desatado
... siéntese agraviado
por la
búsqueda bárbara, ciega, desenfrenada,
de oro y de plata ínfimos
sembrados de roca; por los planes trazados desde lejanos centros de poder
(Barrick Gold, Anglo Gold, Pan American Silver) acompañados por
cercanos cómplices que viven en
ciudades
donde la sed se apaga con sólo
abrir un grifo,
mientras allí peligra el
nacedero, el manantial, la fuente"
También hay registros de subidas estrepitosas del Colorado. Como ocurrió en La Rinconada (La Pampa) el 30
de noviembre de 1914, dejando cientos de ahogados y borrando del mapa a dicho
pueblo. De allí nace "Bautista de la Rinconada" canción de Morisoli y Lalo Molina
dedicada a Domingo Retamales, el
único sobreviviente, que enloqueció al perder su familia:
"...porque el retamo nombra su
sangre y la creciente
remota: dos memorias sobre la
tierra que amo
...Como todos olvidan él no olvidó
ya nunca
y le quedó en las venas un gusto
de relámpago...
Y allí, sobre esa costa, lo
despidió la nieve
niño del monte, viejo niño del
monte. Muerto...
y era como el Bautista: llegaba
del desierto."
Embalse Central Hidroeléctrica Salto Andersen.
En 1973, cuatro quijotes del agua
llamados Alfredo Barragán, Rubén Tablar, José Luis Godoy y Jorge
Iriberrile dieron vuelta a un asunto: el río Colorado nunca había sido
navegado enteramente, o por lo menos no había registros de semejante hazaña.
Por lo que estos aventureros se internaron durante veintisiete días en este
río patagónico. Sin cartas náuticas remaron diez horas por jornada haciendo una
travesía de 1100 kilómetros en dos precarios gomones que las piedras
rompieron varias veces y ellos repararon otras tantas. El río Colorado de
entonces era un mar de agua dulce que bajaba salvajemente de la Cordillera y
atravesaba con euforia cinco provincias: Mendoza, Neuquén, La Pampa, Río Negro
y Buenos Aires.
"No sabíamos qué podíamos hallar en cada curva del río", afirmó Barragán.
Este año, se cumple el 50 aniversario de dicha hazaña, y estos quijotes del río
se proponen repetir la travesía para denunciar las modificaciones que el
Colorado ha sufrido en estas décadas debido al cambio climático.
Tehuelches: una Cultura milenaria. Este instrumento musical de cuerda, llamado "koolo", estaba compuesto de una costilla de caballo o guanaco, las cuerdas eran de cerda u otro elemento y la varilla con la que se pulsaba era de hueso de ala de cóndor. Producía una melodía similar al sonido del viento.
Todos los que han amado, muerto, nacido, escapado, encontrado en las
orillas del Colorado todas sus joyas culturales, sus leyendas, sus libros de intemperie,
sus redenciones, sus historias a las derivas, sus náufragos de a pie, sus
puentes reales y metafóricos, sus héroes y heroínas visibles e invisibles
conforman el elenco estable de este río patagónico.
¿Alguien llevará la cuenta de todas las personas que aliviaron su sed en el
Río Colorado? Pero no solo me refiero a la sed biológica, también a la
sed de identidad, sed que el río Colorado, o mejor dicho, el Coli Leuvú, sabe
saciar como pocos. Los ríos suelen ser el alma de la tierra, el Colorado es el
alma de la Patagonia.
"Alenk Retrato de un tehuelche", óleo sobre tela de María Cristina Misiunas y Pedro Patzer, poeta y escritor.