"EL RECUERDO ES EL ÚNICO PARAÍSO
DEL CUAL NO PODEMOS SER EXPULSADOS" (JEAN PAUL SARTRE)
por Ricardo Luis Acebal
Fotos: Javier Peñoñori.
A solo tres años de la aparición de "Desacordes en la bruma", cuya nota de
presentación puede consultarse en esta misma sección "Libros" de Identidad
Cultural, Peñoñori presenta este conjunto de vivencias de su San Pedro natal
desde su nacimiento en esa ciudad próxima a la Vuelta de Obligado hasta esta
actualidad plena de acordes guitarrísticos con los que recorre el mundo.
Haciendo honor a "Pinta tu aldea y serás universal" y a esa frase de Sartre
con que subtitulo esta crónica celebratoria de una identidad cultural con aire
de aquí que este sampedrino pa’ siempre le dio forma de libro, sugiero que mis
queridos compañeros docentes lean sus 196 páginas y las compartan con sus
alumnos de cualquiera de los tres ciclos de nuestra Educación, sobre todo la
pública. Que abran este bello ejemplar muy bien realizado por la cordobesa
Alción Editora, se olviden (en lo posible pa’ siempre) de usar el celular en el
aula y les hagan tocar la tapa y las hojas interiores. El libro impreso no es
una utopía ni "cosa de viejos" y cuando se ocupa como en este caso de reflejar
momentos tan entrañables como los relatados en las páginas 29 y 30 demuestra
una vez más su absoluta vigencia e imposibilidad de ser reemplazado por
pantallas electrónicas de cualquier tamaño.
Y si de emociones se trata, mencionaré que la primera parte (Relatos) incluye
imperdibles relatos como "El jardín de infantes", que se cierra con una
reflexión que a quien lo lea le provocará una sonrisa o una carcajada (como en
mi caso): "Los padres no son perfectos".
También "Noche de caza", "El vasquito tiene unas copitas de más", "El empacho",
"Quiero manejar un tren", "La creciente de invierno", "Mi primera guitarra",
"Lustrabotas", los enamoramientos de infancia y adolescencia ("Hacia Río Tala"
y "Una Estela"), "Remando en la Laguna de San Pedro", "Mi viaje a Buenos
Aires", "Agua con azúcar"...
De la segunda parte ("Poemas") extraigo:
"Tus párpados cerrados"
¿Cómo podés dejar de abrir tus
párpados
cuando se cae la tarde sobre las
arboledas?
¿Cómo podés dejar de abrir tus
párpados
cuando el amanecer se incendia en
rojo fuego sobre las islas?
¿Cómo podés dejar de abrir tus
párpados
cuando la luna llena se apoya
sobre la copa de los árboles?
¿Cómo podés dejar de abrir tus
párpados
cuando los aromos te regalan
ramilletes de oro perfumados
y llueven flores amarillas sobre
las veredas de la calle y la plaza?
¿Cómo podés dejar de abrir tus
párpados
cuando los pájaros cantan
agitando sus alas en las ramas
y te despiertan?
"Ruidos y sonidos"
Caía la tarde. Me disponía a
tocar algunos preludios y milongas. La guitarra esperaba su momento. Necesitaba
el silencio. Salía de su estuche y tomaba
contacto con el aire. Los
silencios vieron que ella apoyó su cintura sobre el muslo de mi pierna
izquierda
pasé la mano sobre el mástil
con la otra abracé su cuerpo y la
traje sobre mi pecho,
cerré los ojos y suavemente
acaricié sus cuerdas.
El silencio quiso acercarse y los
ruidos se apartaron
para esconderse.
Puñados de ondas desprolijas y
desordenadas
huyeron detrás de las puertas,
paredes y ventanas
otros quedaron aferrados en las
cortinas.
Cuando dolía el silencio
haciéndose respetar
levantó su telón profundo dentro
de la sala
invitando a que las cuerdas
comenzaran su canto.
Vi los rayos de sol, sigilosos y
tibios,
atravesando los cristales
arrimándome el mismo brillo que acariciaban
en esas tardes
allá en mi pueblo
en el patio, con la guitarra
debajo del sauce. Entonces
el sonido trepaba por el
pentagrama limpio del aire.
"Siesta"
Desde temprano ya se escuchaba el
canto de la chicharra. Y
cuando estos bichos entonan su mantra
es que seguirá pesado el verano.
¡A dormir la siesta! nos ordenó
mi madre.
Me manda a dormir la siesta y me
dice que "si no obedezco,
no me voy a hacer grande".
Enojado, le hago caso y voy a acostarme
"entrompado" como me decía ella.
Y sí, no me gusta ni la siesta
ni "tomar toda la sopa, toda",
menos si es de gallina.
No quiero ser grande.
Desde lejos se escucha el arrullo
grave de las torcacitas.
El sol pega fuerte sobre el techo
y el frente de las casas y
arroja un fuego rajando la tierra
polvorienta de las calles.
Un zumbido de moscas revoloteando
la zanja anestesia la tarde.
Tartamudean las chicharras
escondidas entre los árboles.
Obedeciendo, sigo dando vueltas
en la cama, pero
"no quiero ser grande".
"Y hoy sin laguna el río suena"
Cantando
aguas que arrastran historias y
leyendas
de allá arriba y de más abajo
en el abrazo líquido de su cauce
nadan sinsabores
y reman alegrías los isleños.
Rumoreando se va el agua
entre juncales que contorsionan
en las orillas.
La brisa del norte atisba la marejada
y
acariciando arenales de la costa
hamaca el camalotal.
Y en una flor de ceibo
el cuerpo de Anahí navega cerca
de la orilla.
Nubes y soles flotan espejándose
en sus aguas
se salpican vuelos trinos y alas
mientras sigue rumoreando la correntada.
Remansan las sombras de los
sauzales
embelesados los pescadores las
contemplan y
los invitan a tallar la estampa
de esos instantes.
Arrastra
navegan murmullos que
revelan ese paraíso del que no
seré echado. Sigue corriendo
queriendo llevarse lejos todas
las congojas de bajantes y crecientes.
Cuando de vos me voy, mi río
más profundo me zambullo en mi.
Cuando de vos me sigo yendo, mi
río
más hondo me pienso en vos.
Sí don Peñoñori. El río seguirá sonando. Nuestro querido río Paraná seguirá
sonando. A pesar de esos que le llaman "hidrovía" y se parecen (o por ahí son
los mismos) que dejaron a San Pedro sin su laguna. La "Vuelta de Obligado"
volverá a ocurrir para poner las cosas en su lugar. Y el río sonará más nuestro
que nunca.
Capítulo fotográfico