Entre los muchos paisanos que lo escuchaban atentamente estaba este humahuaqueñito no académico que le prestaba su atención porque sentía que Garreta, aún siendo porteño, hablaba como él. (Foto: Rafael Gindin)
Retratos de Mariano Garreta: Rafael Lino Gindin
El informe oficial "académico" (resumido) dice:
Mariano Garreta
(
Buenos Aires
, 29 de septiembre de 1945) es un
investigador
,
filósofo
y
profesor
argentino
, vinculado profesionalmente con la
Universidad de Buenos Aires
y el
Consejo
Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas
.
Identidad Cultural
ha expresado
repetidamente su opinión acerca de "las academias", totalmente coincidente con
lo expresado por don Arturo Jauretche en su libro "Los profetas del odio".
Por eso, para expresarle un hasta luego a este imprescindible que se ha
mudado a otra dimensión durante la noche del pasado viernes 21 de enero de
2022, mientras dormía, hemos recurrido a un compañero de ruta de Garreta. Pablo Bonaparte forma parte del elenco
de profesores de la Universidad Nacional de las Artes (Departamento de
Folklore) y honra a esta página con una colaboración suya.
Ricardo Luis Acebal
Mariano (el "mesías"), Humahuaca, año 2010
GARRETA, EL MESÍAS.
(Una
despedida por un ex ateo).
Garreta vino al mundo a molestar. Los mesías molestan, pero lo hacen desde
el camino del bien y la verdad, ubicando al descarriado en el sendero correcto.
En su caso los papeles se trastocaron. El diablo se enteró de que había llegado
y no pensó caer en la misma trampa que la otra vez. Cuando todavía era
chiquito, le robó el mapa de la ruta correcta y lo llenó de demonios, por si
fuera poco. Fue el comienzo de un derrotero donde no se hizo una vida cómoda ni
se la hizo a los que tuvimos la suerte de estar a su alrededor, pero a pesar de
todo logró su misión.
Para vivir su vida se enfrentó a miles de caminos posibles y por intuición
eligió.
Imagínense: en un mundo materialista fue religioso, catalán y peronista (no
en ese orden necesariamente). Eso sí, logró ser un académico con todas las
letras... cumplió con todos los rituales burocráticos (pero para molestar más y
mejor). Él iba por fuera del corset institucional de la ciencia europea. Le
interesaban las turgencias afectivas y políticas que definen un lugar junto a
los otros, no alejado. Pero eso no fue óbice para cumplir, al pie de la letra,
todo el papeleo que nos hace profesor o investigador formado. Creo que si no
ascendió más, fue porque el diablo buchoneó que lo mandaba Dios y podía haber
trampa.
Tal era su poder, que puedo confirmar que, a pesar de que fue un mesías
lleno de demonios, se destruía y reconstruía casi a diario. No conocí hombre
maduro más inocente, ni más generoso, leal y justo. No conocí titular que
cobijara a tanta gente bajo su cátedra, que pensara lo opuesto a él y en contra
de él.
Siendo de
familia radical, ingresó "al Colegio" donde militó de joven en Lealtad con el
Padre Mujica, siendo después uno de los que cargó su féretro. Antropólogo
de las primeras camadas, integró la Corriente Nacional. Fue participante privilegiado
de la intervención de Filosofía y Letras de la UBA en el 73, partiendo luego a
Salta en el 74 junto con varios de sus compañeros que lo seguirán siendo a lo
largo de toda su vida. Hizo su trabajo de campo en el Norte, bajo la
supervisión de Rodolfo Kusch. Volvió
a Buenos Aires donde sufrió exilio interno desde el 76, vendiendo bulones para
las fábricas que quedaban de la avanzada neoliberal de Martinez de Hoz. En sus
ratos libres trabajó dando clases de Antropología para jesuitas y franciscanos.
Rodolfo Kusch
lo marcó para toda la vida, como siempre dice Florencia Kusch. Integraba el
harem de las "viudas" del padre de Florencia, esas "señoras" que eran la
información obligada para cualquiera que quisiera conocer sobre la vida y obra
del gran filósofo argentino.
Vuelta la
democracia integró la "pata" peronista del Ciclo Básico Común, junto con
Ernesto Abramof. Ganó su primer concurso de profesor ordinario, mientras
desarrolló una carrera meteórica de funcionario en la Secretaria de Ciencia del
Ministerio de Educación, en la nueva "agencia" después y finalmente en el
Ministerio de Ciencia y Técnica, llegando a la máxima categoría escalafonaria.
Si uno toma su
curriculum podría perderse en sus casi 70 páginas. Y si por cada uno de sus
renglones admitimos que le cambió la vida a unos cuantos, no sería inexacto
decir que lavó más cabezas que "el Plusbelle manzana".
Tuvo dos hijos
con Graciela, su primera mujer, de la cual se separó, pero restableció la
relación luego de la muerte del hijo menor. En el interregno se casó y
separó de otra mujer, con la que tuvo una hija, a la que dejó de ver cuando se
mudaron con su madre a España y con la que nunca pudo volver a hacer contacto.
.
El probaba nuestra fe: ¿hasta dónde me querés? ¿Hasta dónde me aguantás?...
era un desafío constante... Y aceptaba todas las pérdidas, mierda que las
aceptaba... y arrancaba de nuevo, se reinventaba.
¿Por qué lo reconozco como un mesías? Porque aunque se supiera el peor de
todos, nada lo hacía bajarse de su misión divina. Desde el púlpito aleccionador
era un puteador versado, mal hablado y violento. Cuánta gente se dejó llevar
por las formas sin ver el corazón abierto de lo humano que ofrecía. Porque la
brújula que él buscaba, era la fe que no se tenía a sí mismo, y cuando recibía
afecto, no toleraba el peso de tanta felicidad y caía. Por él aprendí que los
pecadores del infierno, no pueden saber que la virgen María convive con ellos,
a su lado, y que es esa ignorancia, la que los hunde en sus propias llamas.
Cuando la burocracia se deshizo de él, con la excusa de la jubilación, se
vio sin poder para representarse ante los demás. Los rituales para sostenerse
al borde del abismo ya no eran los "papers", sino los diagnósticos médicos. No
dejó de cumplir su misión, se sostuvo para que sus apóstoles, lo negáramos
cientos de veces, mientras cargaba su cruz hacia la muerte.
Fue un mesías raro, ya lo sé. Nos introdujo en Rodolfo Kusch, en el
peronismo del pueblo y en esa bebida de la que abusan los seres angelicales
para poder compartir un rato con los mortales.
Fue un mesías que en lugar de mostrarnos el camino, nos obligó a
encontrarlo dentro de nosotros, para poder amarlo y respetarlo, como Dios manda
a lo humano.
De izquierda a derecha: el autor de esta nota Pablo Bonaparte, Mariano Garreta, Clelia Peralta y Florencia Kusch. Todos, como siempre, poniendo el cuerpo a la batalla cultural. (Foto: Clelia Peralta)