Esta hermosa leyenda pertenece a la selva amazónica del
Perú.
En el bosque de Pacaya,
Samiria, a orillas del caudaloso río Yanayacú habitaba una hermosa familia, un awajún
oyó esta historia cuya protagonista era Tii y que sus antepasados relataban y
la hicieron correr de boca en boca.
Dicen que dicen...que
Tii era un pequeño awajún que vivía con sus padres, abuelos, cinco hermanos
varones y una niña.
Tenían una casa
con paredes de caña y techo de hojas de palma, allí todos eran felices al
contacto de la naturaleza, habían nacido en la jungla y allí se sentían libres.
El nombre de la
niña era Jajá, por más que su madre les advertía a ella y sus hermanos que no
se alejaran demasiado, ellos no le prestaban mucha atención a sus consejos.
Tii y Jajá
solían pasar mucho tiempo juntos, eran compañeros de aventuras.
Esa tarde a Jajá
se le ocurrió ir a ver a los bufeos, le encantaba escuchar su canto y solía
imitarlos con maestría.
Tii siempre le cumplía
los deseos a Jajá, y haciendo caso omiso a las advertencias de su madre,
acompañó a su hermana hasta el torrentoso río Yanayacú donde los bufeos nadaban
y jugaban con los niños que se acercaban a la costa.
Siempre había
bufeos allí, los niños solían acercarse a ellos y darle palmadas en el lomo.
Ellos saben,
porque se los dijo su padre, que los bufeos son sagrados, él les había dicho
que no jugaran con ellos, pero no lo escucharon.
Los chicos
confiaban en estos seres de canto original y extraño, con su piel rosada, para
Jajá tenían un encanto especial.
Al llegar a la
orilla, ambos hermanos se tomaron de la mano y saltaron al agua, nadaron un
rato y varios bufeos jugaron con ellos.
De repente, Tii
vio que su hermana desapareció de la superficie y no la volvió a ver más.
Cuando se dio
cuenta de la tragedia corrió hasta la choza para relatarle a sus padres lo
sucedido, él les dijo que, por más que al salir del agua había revisado bien la
orilla, no observó más que tupidos juncales.
Él había gritado
su nombre, pero no tuvo respuesta, solo algunos animales alborotaban la selva.
Rápidamente padre,
hermanos y vecinos armaron grupos de búsqueda, pero solo encontraron nubes de
mosquitos que zumbaban y loros gritones que rompían la triste realidad del
atardecer.
Cuando
anocheció, ya nada pudieron hacer, así que volvieron exhaustos y muy tristes
para descansar, dejando atrás a los peligrosos caimanes que nadaban cerca de la
orilla.
Tii se sentía
culpable y tardó mucho tiempo en dormir un rato esa noche, pero tuvo un sueño.
En él, Tii vio
una Tsugki con el cabello largo, suelto, dorado y expuesto al sol que sonreía
al costado de una cascada y custodiaba a su hermana tomándola de la mano y con
el brazo en alto, le hacía señas para que fuese hacia ella.
Al día siguiente,
ni bien despertó, corrió a contarle a su padre el extraño sueño que había
temido, él no lo dudó y sin demora comenzaron el largo camino hacia la cascada.
Después de remar
varias horas, atravesaron una tupida vegetación y pasar por debajo de enormes
árboles cuyas ramas se entrelazaban de manera que les hacían complicado el paso,
con un feroz cansancio llegaron hasta la cascada que aparecía como un milagro
en medio de la espesura.
El agua caía precipitadamente
haciendo un ruido ensordecedor, allí a un castado, sentada sobre una roca
rodeada de vegetación encontraron a Jajá. Ella los recibió alborozada y con los
brazos en alto. Todos se abrazaron y lloraron de alegría. Luego vinieron las
preguntas del caso y el porqué.
Ella dijo que no
sabía cómo, pero de pronto tuvo un calambre y se hundió hacia el fondo, entonces
unos bufeos colorados la rescataron tomándola de sus largos cabellos y arrastrándola
hacia la superficie, luego la subieron al lomo de uno de ellos y la depositaron
allí a la vera de la cascada.
Todos felices
volvieron a la vivienda, su madre la recibió entre besos, lágrimas y abrazos
con un rico potaje de plátanos y pan de yuca, todos estaban muy hambrientos.
-
¡Ya sabía yo que los bufeos iban a
recatar a nuestra Jajá! -, dijo su padre.
Al enterarse la comunidad, porque la noticia
corrió velozmente por toda la selva, tuvieron la feliz idea de celebrar ese día
como el de la nobleza y la amistad, el tercer domingo de junio, allí en Perú en
honor a los bufeos, la fiesta se lleva acabo hasta hoy en día.
GLOSARIO:
Awajùn: Indígena que habita la selva peruana.
Bufeo: Delfín
Tsugki: sirena