El yaraví es un
género musical mestizo.
Se dice que fusiona
elementos formales del Harawi incaico y con la colonización, este tomó la
poesía trovadoresca española que había evolucionado desde la época medieval y
renacentista.
Los amerindios
de algunos países de América del sur entonaban el yaraví, una especie de cantar
dulce y melancólico. Se caracteriza por ser muy lento y con frecuentes pausas
que le añaden dramatismo y sentimiento.
Es un canto
triste, característico de la música indígena andina.
Dicen que dicen...que
donde hoy se conoce como la provincia de Salta, en el noroeste argentino, entre
las montañas, vivía en una tribu quechua, una pareja cuya hija menor se llamaba
Chasca Ñauí.
La abuela de
Chasca Ñauí solía contarle bellas historias, cierta vez le relató sobre las
virtudes de una laguna que se encontraba cerca de allí.
La historia
decía que aquella doncella que se bañara en sus aguas, tendría por fortuna
encontrar el amor para siempre.
La jovencita
creció rápido transformándose en una bella mujer y como toda muchacha deseo
encontrar a alguien que la amara y la hiciese feliz.
Un día, en que
el sol desplegaba sus rayos, y los amancay y las retamas perfumaban el
ambiente, Chasca Ñauí decidió ir a la laguna.
Al llegar, el
agua tibia la invitaba a sumergirse, se quitó la túnica de combí y poco a poco
se adentró en ella, tenía la esperanza de encontrar un compañero tal como la
historia que le había sido relatada de niña.
De repente, un
sonido lejano de quena inundó sus oídos advirtiéndole que alguien se acercaba.
Se apuró a salir
de la laguna, se puso su túnica y la ajustó a su cintura con una faja de
brillantes colores, se calzó sus ojotas, se trenzó el cabello y lo adornó con
bellas flores silvestres.
El dulce son de
la quena sonaba cada vez más cerca y más fuerte, la esperanza de conocer a
alguien desconocido la hacía palpitar.
Se sentó cerca
de la orilla, sobre una piedra y esperó.
Por detrás de unas matas de chañar, vio aparecer un joven
buen mozo en su dirección.
El muchacho
tocaba la quena, un sonido dulce acariciaba los oídos de la joven y parecían
remover sus fibras como una suave melodía de amor.
Al verse, se saludaron con una suave inclinación de
cabeza, él se presentó: -soy Hayri-.
En ese momento
él quedó prendado de Chasca Ñauí.
Desde ese día,
no dejaron de verse a diario y no pasó mucho tiempo en que ambos se unieron
como pareja.
Ellos vivían
felices en una cabaña cerca del bosque.
Un hermoso día
de sol fueron juntos a la laguna y al regresar inesperadamente se encontraron
con un grupo de españoles, los mismos ya habían despojado a otros de sus
bienes, al verlos, ellos rodearon a la pareja y quien parecía ser el jefe, impresionado
por la belleza de Chasca Ñauí, ordenó raptarla y por más que Hayri trató de
defender a su amada, los soldados lo azotaron hasta quedar desvanecido.
Cuando el joven
volvió en sí, la buscó sin mediar peligros ni distancia, todo fue en vano, jamás
volvió a verla.
En su
desesperación solo atinaba ir a la laguna, allí pasaba días enteros tocando su
quena.
Así revivía en
su mente cada momento vivido desde que por vez primera había visto a la joven.
Con el
transcurrir de las lunas, el sonido de su quena se fue tornando cada día más
triste, hasta llegar a insistir con una única melodía que reflejaba todo el
dolor y la tristeza de su alma.
Así se fue
apagando su vida y solo dejó en su quena, el último suspiro, todo un lamento de
amor.
Dicen que mucho
tiempo después, un joven encontró la quena olvidada a orillas de la laguna,
cuando él quiso tocarla, del pequeño instrumento solo sonaba aquella la triste
melodía que Hayri creara antes de morir.
Cuando en la
comunidad escucharon aquellas notas, todos recordaron a la pareja.
Dos palomitas amantes
Penan, suspiran y lloran
Y en viejos árboles moran
A solas con su dolor.
Así se dice que
nació el yaraví.
Yaraví: cantar que expresa un dolor por una pena profunda
que puede ser de amor.
Chasca Ñauí: ojos de lucero.
Hayri: velóz.
Combí: tela fina de vicuña.