"TIEMPO ARGENTINO": DESPUÉS DE 141 AÑOS, VOLVERÁ A SU
TIERRA EL CACIQUE CALFUCURÁ
Por
Gustavo Sarmiento
11
de octubre de 2020
Pasó
un nuevo 12 de Octubre. Y las luchas y resistencias indígenas persisten. Al
genocidio ocurrido en estos cinco siglos se le suma el simbólico. Sus historias
permanecen invisibilizadas en la historia argentina, y los efectos llegan hasta
la presencia de cuerpos indígenas en museos, como reliquias. El caso
paradigmático es el de Calfucurá, cuyo cráneo permanece aún en el Museo de La
Plata. Según las autoridades, en junio del año próximo podría ser restituido,
algo que ya lograron con más de cien personas desde 2010.
"Queremos
la paz, que nada sacamos en que nos estemos matando unos a otros (...) es mejor
vivir como hermanos de una misma tierra que somos", le escribió Juan
Calfucurá a Sarmiento el 30 de enero de 1873, reflejando dotes que destacan
quienes lo estudian: el poder de diálogo, negociación y su conocimiento del
contexto. Menos de seis meses después, la noche del 3 de junio, falleció. Lo
enterraron en el paraje Chillihué, en La Pampa, en una gran ceremonia de la que
participaron jefes de toda la región, teniendo en cuenta que su influencia iba
desde la zona entrecordillerana (fue hijo del célebre cacique Huentecurá, que
cooperó con San Martín en el cruce de los Andes) hasta la provincia de Buenos
Aires y las Salinas Grandes, en un liderazgo que duró más de cuatro décadas,
negociando permanentemente con las autoridades de la nación criolla, como
Mitre, Urquiza y Rosas, con quien pactó acuerdos comerciales.
Seis
años después, con la mal llamada Conquista del Desierto, su tumba fue
profanada. El teniente coronel Nicolás Levalle robó su cráneo y se lo entregó a
Estanislao Ceballos, que a su vez se lo "obsequió" al perito
Francisco Moreno, fundador del Museo de La Plata, supuestamente para ser medido
y comparado con otros 5000 similares, todos exhibidos en la muestra
"cráneos araucanos". Hasta los años `40 se exhibió al público.
"Prisionero
de la Ciencia", lo llama el antropólogo Fernando Miguel Pepe, coordinador
del Programa Nacional de Identificación y Restitución de Restos Humanos
Indígenas del Instituto Nacional de Asuntos Indígenas (INAI), quien desde 2014
viene trabajando en su restitución: "Es muy complejo, porque hay muchas
comunidades y organizaciones reclamantes. Se acordó por unanimidad que va a ser
restituido al Lof de San Ignacio, de Neuquén, donde ya se encuentran los restos
de su hijo, Manuel Namuncurá, y su nieto, Ceferino Namuncurá, el beato, pero
aún las comunidades están discutiendo dónde lo enterrarán, si ahí o en
Chillihué".
A
pedido de la comunidad mapuche Newen Lelfün Mapu de La Pampa,
se creó el 1 de septiembre la "Comisión Kallfükura", conformada por militantes,
investigadores y artistas con semejanzas a la Comisión Piedra Azul, que
organiza junto al INAI el conversatorio "La Ruta del Toki Calfucurá: hacia una
reparación histórica". Desde la Comisión Kallfükura aspiran a que la
restitución incluya acciones para "cuestionar discursos y prácticas
negacionistas, etnocentristas y estigmatizadoras, en un marco político y
pragmático más amplio, contribuir al fortalecimiento de la memoria colectiva
indígena y reivindicar la figura de Kallfükura, líder político y espiritual que
logró articular posiciones diferentes y alcanzar consensos a nivel
regional", a través de futuras charlas de difusión, actividades artísticas
o materiales didácticos. Y enfatizan en que se debe evitar que "las
políticas patrimonializantes conviertan espacios significativos para los
pueblos indígenas en sitios o hitos turísticos abiertos al público, manejados
por instituciones estatales o por privados". Coinciden en que el área
dispuesta para el reentierro del Toki Kallfükura deberá ser cogestionada por
las comunidades indígenas en función de sus acuerdos internos.
"La
figura de Calfucurá aún espera el reconocimiento de su papel en nuestra
historia", remarca la historiadora de la Universidad de Quilmes Silvia
Mabel Ratto, integrante de la comisión, que tiene entre sus novedades la
presencia de artistas.
Uno
de ellos, el músico Franco Luciani, autor junto a Teresa Parodi de la canción
"Damiana Aché", en honor a otra indígena profanada y restituida,
resalta que "la figura de Calfucurá es fundamental en la historia
argentina, no sólo negada e ignorada, más bien ocultada. Los pueblos
originarios tienen que ser tratados con todo el respeto que se merecen, no con
paternalismos ni con negación". Y esa figura requiere mucha más atención
también del arte: "No solo como entretenimiento sino como formación. Todas
estas historias tienen que ser contadas, y la música o el cine son vehículos
fundamentales".
Calfucurá
se destacó como líder durante más de cuatro décadas, acentuando lazos y
alianzas al interior de un extenso campo político indígena que se extendía
desde el este pampeano hasta el oeste cordillerano, fortaleciendo la autonomía
política y territorial que desmitifica en la práctica la idea de los malones
como la práctica política principal o la base de la economía indígena. Fueron
sólo una estrategia alternativa a otra que a Calfucurá le resultaba mucho más
conveniente: el pacto político. De hecho fueron recurrentes los tratados
de paz y el comercio con los diversos frentes políticos que fueron surgiendo
durante el rosismo, después con Justo José de Urquiza, y también con el Estado
de Buenos Aires.
El
docente pampeano Omar Lobos, autor de "Juan Calfucurá - Correspondencia 1854 - 1873", lo considera como uno de los "grandes estrategas políticos" de aquellos
años en nuestras tierras: "Calfucurá tuvo interlocución -en términos de jefe de
estado a jefe de estado- con los primeros hombres de la política argentina
(blanca) del siglo XIX: Urquiza, Mitre, Sarmiento, Alsina. Como sostengo en mi
compilación de las cartas del cacique, lo que la historiografía oficial llama a
menudo `el problema del indio` se presenta siempre disociado de la historia de
las guerras civiles argentinas, cuando ambas contiendas participaban de lo que
podríamos llamar la lucha por la organización política de la nación. Quién dice
que en breve no podamos avanzar hacia el reconocimiento de nuestra
plurietnicidad".
Ratto
acota que aún hoy hay dos caminos paralelos: la historia "nacional"
de formación criolla, y la indígena (y también la de los afrodescendientes),
que "van por carriles separados, se cruzan solo cuando los Estados avanzan
sobre territorios ocupados por indígenas, como un escollo salvaje que está en
contra del avance de la civilización. Esa imagen sarmientina del siglo XIX no
se termina aún de zanjar. Por eso buscamos contar esos otros momentos en los
que la relación era más diplomática, consensuada y política. Había acuerdos,
como en el gobierno de Rosas en Buenos Aires entre 1829 y 1852".
Dini
Calderón, secretaria de Cultura de La Pampa, coincide en que "por más
que en los últimos tiempos hubo avances, la historia indígena estuvo mucho
tiempo invisibilizada, como borrada". Destaca la historia de la provincia
en las restituciones, desde la primera en 2001, una de las iniciales del país,
cuando trajeron de vuelta, tras 122 años, los restos del cacique ranquel
Mariano Rosas. Y se pregunta por qué no se tocan las tumbas de algunos
muertos y, en cambio, otros cuerpos son tratados como objetos de estudio:
"Que vuelvan los restos para ser enterrados, con sus ceremonias se
restaura algo del daño que se produjo".
Hay
una asimilación con los desaparecidos por la dictadura cívico-militar, que no
parece caprichosa: más allá de la restitución, las comunidades mapuches planean
crear "la Ruta del Toki Calfucurá", con una serie de
"hitos", desde cultrunes gigantes, placas conmemorativas hasta
los chemamul, en los distintos lugares en los que vivió o tuvo
influencia, como Chillihué, Chimpay (Río Negro), La Plata, Neuquén, y las
localidades bonaerenses de Carhué, Villarino y Trenque Lauquén. Pero no termina
ahí. Buscan que CABA tenga su punto de memoria. El lugar pensado: el predio de
la ex ESMA. En la puerta de la nueva sede del INAI, entre dos majestuosas araucarias
que se complementan con los chemamul. El hito relacionaría dos genocidios: el
llamado Proceso de Organización Nacional y el Proceso de Reorganización
Nacional de la última dictadura. Dos Nunca Más.
Sobre
la iniciativa se explayó el longko Jorge Nawel Puran en el primer conversatorio
de la semana pasada: "Nos propusimos no sólo restituir los restos del Toki
sino que también es importante todo lo que además va a acarrear establecer una
decena de hitos a través de toda la región que Toki recorrió como para tomar
dimensión de semejante recorrido, y que apunta a reivindicar su figura,
absolutamente bastanteada y agraviada desde la historia oficial". Habló
del pueblo mapuche "sin fronteras", de "las 40 naciones que hay
en Argentina", y del objetivo de crear un Estado plurinacional, con
autonomía y libre determinación en sus territorios. Pero que deben ser
conscientes de las enormes dificultades para lograrlo en este sistema:
"Para eso tenemos que trazar el paralelismo con Toki Calfucurá, que logró
mantener la frontera con el Estado argentino durante 40 años en un plano de
absoluta desigualdad militar, gracias a su enorme capacidad organizativa,
estratégica y diplomática. Esa es la gran lección que nos da para el
presente".