Este árbol en
forma de botella es original de la selva tropical y subtropical de Sudamérica.
Tiene la copa
redonda y bellísimas flores blancas que con los días se transforman en rosadas.
Se lo denomina
de diferentes formas: palo borracho, samohú, palo botella y palo rosado entre
otros.
La
particularidad de este raro árbol es que de joven su corteza es lisa y verde,
pero al envejecer se vuelve rugosa, se llena de espinas anchas en la base y
finas y punzantes en la punta.
Dicen que dicen...que
en ciertas tribus cercanas al río Pilcomayo, cuya denominación es río de
pájaros en lengua guaraní, a este árbol lo llaman "madre pegada a la tierra".
Cuentan que, en
una antigua tribu de la selva, se destacaba una bella niña, a la cual todos los
jóvenes de la comunidad pretendían.
Sin embargo,
ella estaba enamorada profundamente de un bravío guerrero, ambos vivían un apasionado
romance, hasta que cierto día, una tribu enemiga les declaró la guerra.
Ante la
inminente contienda, el cacique reunió a su gente. Entre ellos estaba el
guerrero amante de la joven, que debió ser de la partida
Él junto a otros
tantos, se marchó y ella quedó sola, no sin antes, prometerle amor eterno.
Los días y las
noches se sucedían sin noticias, los guerreros no daban signos de vida, muchas
lunas pasaron hasta que conocieron la terrible verdad, ya no volverían.
A la joven le
resultaba imposible apartar su corazón de quien tanto había amado.
Su corazón estaba
partido y ya no podría amar a nadie más.
Si bien recibía
todo tipo de halagos y proposiciones, ella se negó a todos.
Cuando no pudo
más con su dolor, una tarde gris como su tristeza, dejó todo atrás y se internó
en la selva.
Ella
entristecida se dejó morir.
Así fue encontrada
por unos cazadores que andaban por allí.
La muchacha yacía
sin vida en medio de unos yuyales.
Alertados del
suceso, decidieron llevar su cuerpo a la comunidad, al alzarla, entre llantos
de congoja y asombrados, notaron que de sus brazos nacían ramas y que su cabeza
se doblaba hacia el tronco y de sus dedos crecían bellísimas flores blancas.
Los hombres que,
habían querido levantarla, salieron corrieron ante semejante acontecimiento
hacia la aldea.
Días después un
grupo quiso cerciorarse que los sucesos descriptos eran verdaderos y se
internaron en la selva al encuentro de lo que quedaba de la hermosa muchacha.
Solo se
encontraron con un árbol vigoroso, cuyas flores blancas se habían tornado rosadas.
Cuentan los
ancianos, que esas flores blancas eran las lágrimas de la joven y que se
volvían rosadas debido a la sangre derramada por su valiente guerrero.