Esta leyenda es de origen guaraní y dicen que dicen...que
cuando Tupá moldeó la primera pareja y la puso sobre la tierra, al hombre le
confirió la tarea de preparar la tierra y a la mujer la sembrar el maíz.
Si la cosecha prosperaba ellos tendrían con que
alimentarse.
Un día el hombre se alejó en busca de miel silvestre y la
mujer, que ya llevaba un hijo en su vientre, al ver que no regresaba, salió en
su busca.
Ella se internó en la selva llamándolo a viva voz. Caminó
por horas, el parto se aproximaba, dio a luz sola en medio de la selva y para
su sorpresa nacieron mellizos.
Ella los nombró Erekei y Erevú.
Como su hombre no aparecía, a ella con dos criaturas, se
le dificultaba el camino.
De repente, sintió el rugido de un yaguareté y supo que
era su fin, como pudo escondió a los recién nacidos y ella le sirvió de cebo.
Los pequeños fueron criados por la fiera.
Al llegar a la adultez, un día se les presentó Aña, el
diablo, y los llevó a su choza.
Allí vivía con su hija, una hermosa jovencita.
Con el correr de los días escucharon una fuerte voz que
los llamaba, era Tupá, los tres huyeron dejando solo al diablo.
Tupá se presentó ante ellos como un anciano bondadoso y
comprensivo.
Cuando estuvieron ante su presencia, él les preguntó
cuales eran sus deseos, Erekei le dijo que él quería ser la luz, entonces Tupá
le concedió su deseo, sería el sol.
Luego, interrogó a Erevú, quién le dijo que él amaba la
luz en las sombras, entonces Tupá le concedió ser la luna.
Para los guaraníes, quienes observan a simple vista los
cuerpos celestes, Kuarahy, el sol, nació de la unión de Ñande Sy, madre de los
guaraníes, y Ñamandú, el padre.
Dicen que dicen...que Kuarahy murió durante el
alumbramiento, pero bajo su influjo nació Jasy, la luna.
Es por eso que cada vez que se acerca la fecha en que
Ñande Sy fallece, Jasy, la luna va perdiendo fuerza y se reconoce como la luna
en menguante, hasta perderse y volver a aparecer con el resplandor solar como luna
nueva.
Se cree que es así como ella festeja su cumpleaños.
¡Ah!, de la muchacha nada se supo, tal vez porque Añá ni
siquiera es bondadoso con los suyos, lo que sí sabemos es, que desde ese día,
el pueblo guaraní saluda solemnemente al Sol y la Luna.