ES ESPECÍFICO DE LA REGIÓN DE CUYO Y NUNCA HABÍA SIDO REGISTRADO
"PÁGINA 12"
por
Soledad Vallejos
Por primera vez, un
estudio realizado por investigadores de todo el país identificó que en la
ascendencia genética de la población argentina hay un componente que, hasta
ahora, "no aparecía en las bases de datos mundiales". Ese componente es
específico de la región de Cuyo, y es el cuarto de la ancestría nativa
americana, de la cual ya se habían identificado otras tres, presentes en
distintas parte de Sudamérica, centro de Chile y Patagonia, bosques tropicales
y subtropicales y Andes centrales. El trabajo fue realizado "de forma
colaborativa y federal" por un consorcio de casi 30 investigadoras e
investigadores de todo el país, y contó con la participación de integrantes de
"diferentes institutos, universidades, el Conicet, la Administración Nacional
de Laboratorios e Institutos de Salud (Anlis)", detalló Hernán Dopazo,
especialista en genómica evolutiva y poblacional y uno de los fundadores del
biobanco genómico PoblAR ("un biobanco con un proyecto científico detrás"), en
cuyo marco se realizó el trabajo, cuyo primer autor es el genetista de
poblaciones humanas Pierre Luisi (Facultad de Filosofía y Humanidades de la
Universidad Nacional de Córdoba).
Dopazo lo detalló en un
hilo de Twitter en el que explicó el estudio y las importancias del hallazgos.
"Ahí, si te fijás, incluí una especie de árbol filogenético en el que se ve que
esa linea de Cuyo tiene un ancestro común con Patagonia y Chile. Es un linaje
que sale de ahí. No viene de Bolivia o de la región subtropical, sino que sale
directo de la región más cercana que tiene: la cordillera, el sur. Es antiguo",
señala en diálogo con Página/12.
En el terreno de las
ciencias exactas y naturales, el hallazgo tiene un sinfín de implicancias. Pero
por fuera de ese universo, también. Por ejemplo, dice Dopazo, cuando alguien
presume que todos los ciudadanos de Argentina son de ascendencia europea,
"queda claro con estos datos que no es así, que no podemos decir eso". "Decirlo
es generar una falsa imagen de lo que es un país. Si no sabes quién sos, tenés
un problema", añade, mientras imagina las alianzas ambiciosas con las ciencias
sociales que este tipo de datos podría generar también.
El estudio fue publicado
en la revista Plos One. Para elaborarlo, inicialmente se recogieron
muestras de casi tres centenares de personas de todas las regiones del país; de
ellas, 87 terminaron seleccionadas para los estudios, realizados enteramente
por científicas y científicos locales, algo que, subraya Dopazo, fue posible
"porque tenemos autores que saben hacer estas cosas. Tenemos autonomía para
hacerlo. Colegas de países como Perú, México o Chile no pudieron. Nosotros sí".
Por eso, dice, los investigadores locales demostraron con este trabajo, y este
hallazgo, que Argentina sí está en condiciones de integrar consorcios
internacionales abocados a esta área de investigación, algo para lo cual,
además de apoyo, precisan financiación, señala.
"Las 87 muestran pueden
parecer pocas, pero si las referenciás con lo que hay de datos de otros grupos
mexicanos, portorriqueños, peruanos, brasileños, si tomás todos esos datos de
individuos modernos y buscas referencias en publicaciones que hay de África y
Europa, armás un data set de miles de individuos", lo que permite reponer
información, explica Dopazo. Esa información de contexto, obtenida en otros
estudios, es lo que permitió al consorcio argentino establecer características
propias en las muestras tomadas en Argentina, entre las que hallaron la
"sorpresa" del cuarto componente".
El estudio "es el primero
que analiza todo el genoma nacional, hay muchos marcadores, centenares de
miles. Y lo hicimos absolutamente acá", con autoría local. El estudio dio
cuenta también de otra información que, dice el investigador, es conocida, como
la ratificación de herencia genética africana (atribuida a las corrientes del
tráfico de esclavos) y europea más fuertemente del sur que del norte.
Investigador independiente
del Conicet en Biocódices, Dopazo advierte que el hallazgo es relevante, pero
que también lo es el modo en que se llegó a él. "Haber logrado este consorcio
en el que participan investigadores de Jujuy, Misiones, Patagonia, que une Cuyo
y el Atlántico, unir esfuerzos de todo el país es lo que tiene mayor
importancia. Ellos fueron los que colectaron las muestras: fue una colecta
federal" y permitirá, por eso, disponer de información propia, generada a
partir de muestras locales. Es importante, explica, porque sólo esos datos
permiten trabajar en medicina "de precisión". "Hoy, por ejemplo, las drogas que
se hacen en países centrales se basan en muestras de población europea.
Entonces, tenés información europea básicamente en las bases de datos. Por eso,
a veces no funciona un medicamento, o tiene efectos adversos, que no se
esperaban: porque las variantes genéticas sobre las que se basó el estudio son
otras, de otra población", explica el investigador.
Tener información de la
población latinoamericana no es tan sencillo, especifica. "En 2015, terminó uno
de los proyectos que más trató de hacer esto, uno peruano. Tenían ese criterio:
tomar individuos de ciudades distintas, que son como estrellitas lejanas. Lo
que sucede es que meterse en el territorio para hacer estudio más básico de la
diversidad es algo que corresponde a cada país, no a un consorcio
internacional". Los países centrales, habitualmente con más disposición de
fondos para investigación, pueden, sí, alentar y colaborar con esos proyectos,
pero esa información pasa a formar parte de bancos de datos organizados con
criterios diferentes a los que podrían guiar, por caso, el trabajo de un
biobanco argentino como PoblAr, explica el investigador.