Los Tinguiritas
son unos duendecitos que habitan las profundidades de la tierra, encargándose de
cuidar la ecología.
Son seres
pequeñitos, que tienen el color de la tierra, largas y puntiagudas orejas,
ojitos achinados y son muy escurridizos.
Tienen la misión
de cuidar los tesoros que se encuentran en las profundidades del planeta y su
superficie. Ellos protegen las plantas y los animales, los acuíferos, los
metales preciosos y gemas que se encuentran en las montañas y las cordilleras
escondidos en las superficies rocosas, ellos vigilan y preservan todos los
materiales valiosos de las manos de los seres humanos codiciosos.
Para llevar a
cabo su tarea dosifican la visibilidad de los tesoros y los vigilan
amorosamente desde el anonimato.
Se dice que
llegaron a nuestras latitudes desde algún lugar centro europeo, tal vez, hayan
llegado en algún macetero con esquejes de vid o algún árbol de naranjo traídos
allende los mares, y ahora se asientan en la parte mas mediterránea del
territorio argentino.
A diferencia de
otros duendes que habitan nuestro territorio estos son muy amistosos, pero muy
bromistas.
Dicen que dicen...que
cierta vez un forastero, después de recorrer largo camino, decidió que su
cuerpo sudoroso y embarrado necesitaba refrescarse y eliminar los rastros del
camino en un cristalino y pacífico lago.
Entonces él lavó
su ropa, la extendió al sol y se sumergió en el agua.
Parece ser que
esta actitud enojó a los pequeños duendecitos y decidieron darle un
escarmiento.
Cuando el hombre
salió del agua y fue a buscar su ropa, esta ya no estaba allí.
Él buscó y buscó,
pero nunca la encontró, por lo que tuvo que improvisar algo para cubrirse con
hojas y ramas y así seguir su camino.
Otros delatan que
unas mujeres alfareras preparaban pigmentes para decorar cuencos y cacharros. Ellas
charlaban animadamente hablando de mezclas, tintes y colorantes.
Tan entusiasmadas
estaban, que para preparar sus colores se sentaron distraídamente sobre unas
diminutas plantas de maíz y las aplastaron.
Un Tinguirita
que andaba por allí, se enojó muchísimo con las mujeres, y si bien el daño no
era muy grave, decidió diciplinar a las alfareras.
El duendecito se
acercó cautelosamente y de un soplido trastocó los bellos pigmentos y los
convirtió en trasparentes, destruyendo el trabajo que tanto les había costado.
Las mujeres, al
descubrir el hecho tuvieron que recomenzar la tarea, poniendo atención en donde
se sentarían.
Así es que hay
que tener mucho cuidado con el uso que se hace de la tierra, no sea cosa que
los Tinguiritas actúen en consecuencia y nos jueguen una mala pasada.
Claro que
últimamente con el uso indiscriminado de glifosato la vida de los Tinguiritas
corre un grave peligro, es más, no sabemos si ya no estarán extintos... ¿acaso
vos, los has visto?.