Dicen que
dicen...que en los principios de los tiempos reinaba la oscuridad, todo era difícil de ver, claro que-¿Qué iban a
distinguir?- Si solo existía la nada, no había ríos, ni montañas, ni flores, ni
animales, solo la luz de Kóoch, porque esta siempre existió.
Ellos, los
Tehuelches conocían a Kóoch desde el principio.
Él siempre
estuvo, siempre alumbró a pesar de las tinieblas, porque Kóoch era la luz.
Cierta vez,
Kóoch se sintió solo por vez primera y eso le produjo una gran pena, tanta,
que de sus ojos partieron gruesas y tupidas lágrimas que corrieron tierras
abajo formando el Mar de las Tormentas y el Descontento, a la que él denominó
Arrok.
Kóoch al ver
el majestuoso y amplio mar exhaló un fuerte suspiro que se transformó en viento
y él lo llamó Xóchem.
El fuerte
viento sopló y sopló y nadie supo si fue adrede o sin querer, pero su fuerza
arrastró las tinieblas y el día se hizo diáfano y entonces pudo vislumbrar el
universo azul y ya no sintió ganas de llorar. Ahora sabía que podía continuar
su creación.
De pronto,
alzó sus manos y con un fuerte chasquido pobló el manto que cubría la tierra de
miles y miles de chispas de fuego, que titilaban sobre su cabeza.
Luego, dejó
pasar un tiempo hasta que con un fuerte palmear de sus manos creó una bola de
fuego en el universo y la llamó Xaleshem, que no era otra cosa que el sol.
Este, prontito
empezó a despedir sus rayos sobre el mar, calentó las tierras y las aguas.
Entonces las aguas despidieron vapor y formaron nubes.
Al ver las
nubes como copos de algodón que el viento desplazaba, se regocijó de sus logros
y rió con tanta fuerza, que sus carcajadas se transformaron en truenos.
Las nubes con
semejantes estrépitos lanzaron miradas encendidas a lo que Kóoch les dio el
nombre de LüfKe, y que no son otros que los brillantes relámpagos.
Como el
viento no cedía, Kóoch decidió elevar algunas tierras, tanto en la superficie
como en el mar.
Como consecuencia,
las porciones de tierra que se elevaron en el mar formaron islas e islotes y
las elevaciones sobre la superficie formaron montañas, sierras, colinas, valles
y praderas.
Cuando los
hijos de Kóoch tomaron conciencia de la espectacular obra de su padre,
comenzaron a ofrecerle sus dones. El Sol depositó luz y calor y la tierra se
entibió, las nubes dejaron que el viento se enfrentara con las altas montañas,
entonces el choque produjo lluvias y así surgieron los ríos, lagos y arroyos.
Estos
maravillados crearon vidas propias que dieron origen a los peces.
Luego desparramaron
semillas de las cuales nacieron árboles con frutos y flores.
Finalmente,
Kóoch supo que era hora que la tierra tuviese seres vivientes y creó a los
animales.
En este
despertar, hubo peleas y rencillas, pues no todos estaban de acuerdo, en esa
discusión estaban cuando las nubes y las lluvias trajeron tormentas tan fuertes
que el agua inundó la tierra. Todo estaba anhegado por lo que Kóoch cayó en la
cuenta que de seguir así, todo lo creado sería destruído.
Inmediatamente
tomó en la diestra su bastón de mando y
con todas sus fuerzas dio un golpe sobre la superficie , luego con voz firme
reunió a todos los agitadores y apuntándoles con su dedo índice, les ordenó la
paz.
Todos
obedecieron al gran creador, hubo otra vez concordia, el mundo estaba creado.
En cuanto a los revoltosos, de vez en cuando algunos de ellos olvidan la
promesa que le hicieron a Kóoch y el caos vuelve a reinar en la tierra.