¡Cuántos Luciano Rojas
muertos por tener clarísimo el sentido del Honor y la defensa de nuestra Patria
y, aunque menos, ¡cuántos asesinos vendepatrias como los que hoy en 2019 nos
"gobiernan" siguen apretando gatillos en contra del destino grande de
Argentina y Latinoamérica!
¡Esa es la grieta que irremediablemente nos separa! De
un lado estamos y estaremos los que creemos en la Cultura de la Vida y del otro
los que cultivan la Cultura de la Muerte.
Ricardo
Luis Acebal
COLABORACIÓN DE OSVALDO DELMONTE E IGNACIO JOURNÉ
PARA R2820.
Uno de los soldados que
integraba el pelotón de fusilamiento temblaba. Había reconocido a quien debía
ajusticiar, era el sargento Rojas bastonero de la Banda del Regimiento dos de
Infantería con asiento en Palermo. El fusil le pesaba y su tribulación era tan
grande que fue advertida por quien iba a morir. "No es nada muchacho" le dijo
en tono comprensivo y paternal "apuntá acá" y cuando la descarga era inminente
gritó bien fuerte:
¡Viva la Patria, viva Perón, viva el
Regimiento Dos!
Así cayó fusilado Luciano Isaía
Rojas, un joven suboficial de treinta y tres años, músico militar, de
Gualeguaychú y peronista, el día 11 de junio de 1956 en la Penitenciaría
Nacional de calle Las Heras, cuando la impiadosa y criminal dictadura
autodenominada "Libertadora" aplastaba a sangre y fuego la intentona revolucionaria
encabezada por el General Valle. Esta historia conmovedora; de convicciones,
política y honor en uno de los contextos de mayor violencia oligárquica contra
nuestro pueblo, entendemos merece ser rescatada. Un puñado de olvidados
argentinos pagaron con su vida el intento de restaurar la Soberanía Política,
la Independencia Económica y la Justicia Social.
Una historieta con guión de Rodolfo Walsh y dibujos de Francisco Solano López reflejó el fusilamiento de civiles en José León Suárez, Provincia de Buenos Aires.
Debemos recordar que el 16 de septiembre de 1955 habían derrocado al presidente
Constitucional Juan Domingo Perón y los golpistas implantaron un régimen de
intimidación política, cultural y social de gran magnitud y violencia. El
principal destinatario de esta persecución fue la clase obrera y el pueblo
peronista.
Contra este régimen se produce el levantamiento comandado por los generales
Juan José Valle y Raúl Tanco. La noche del 9 de junio unidades militares de La
Plata, Lanús, Campo de Mayo, La Pampa, y Buenos Aires, junto con civiles en
distintas ciudades del país se rebelan contra la dictadura "Libertadora". La
proclama del Movimiento de Recuperación Nacional liderado por el General Valle
expresa claramente sus objetivos: "Restablecer la soberanía y la justicia
social y devolver al pueblo el pleno goce de su libertad y sus derechos" y
"Restablecer el Estado de derecho mediante la vigencia plena de la Constitución
Nacional y el imperio de la justicia en un ambiente de real libertad y pura
democracia".
La noche del 9 de junio los servicios de Inteligencia de la Revolución
Libertadora están al tanto de la intentona, y neutralizan rápidamente el
movimiento que, pasadas las 12 hs. permanece sólo combatiendo en la ciudad de
La Plata. La dictadura presidida por el Gral. Pedro Eugenio Aramburu
tempranamente deja en claro su vocación inclemente y criminal iniciando
ejecuciones a los rebeldes.
Esa madrugada, a las 0.32 el gobierno decreta la pena de muerte para los
implicados, y ya se producen fusilamientos a militares y civiles en Lanús, La
Plata y en los basurales de José León Suarez (a pesar de haber sido detenidos
con anterioridad al decreto).
Luciano Isaía Rojas ese 9 de junio, está de franco, pero apoya el
levantamiento. En su regimiento, los sargentos Isauro Costas y Luis Pugnetti
son parte activa de la rebelión y son prontamente detenidos. Esta circunstancia
y un profundo sentido de lealtad, honor condicionarán la conducta del Sargento
Rojas y su destino.
"CUIDAME BIEN A LOS CHICOS. Y MANDAME UN
BESO"
Al enterarse que Pugnetti
y Costa son detenidos y trasladados a la Penitenciaría de Las Heras (hoy un
Parque), sospecha sobre el fatal destino de sus camaradas. Él está en su casa,
en Florida, provincia de Buenos Aires, junto a su familia. Sabe que puede huir
y que además para las autoridades militares no aparece como implicado. Pero en
Luciano Rojas habita hondamente un sentido de lealtad y honor. Sus compañeros
de arma, del movimiento peronista, van a ser fusilados. La idea de que ellos
mueran pensando que él los ha delatado lo consume, y entiende que esa atroz posibilidad
no lo dejaría vivir.
Así es que horas más tarde, aun presumiendo los serios riesgos que implicaba su
decisión, se presenta voluntariamente ante sus superiores. Se lo somete a un
interrogatorio bajo tortura, pero no habla y a pesar que tampoco a él nadie lo
había implicado el teniente coronel Adalberto
Clifton Gouldney, jefe del Regimiento 2 al que pertenecía Rojas, decide que
su destino, junto con el de Costa y Pugnetti sea el paredón de fusilamiento.
Antes de encaminarse al final, Luciano puede hacer un llamado. "Cerrá bien las
ventanas y las puertas. Cuidame bien a los chicos. Y mandame un beso" fueron
sus palabras de despedida a su esposa, María Teresa Leiva.
Los fusiladores de 1956: Almirante Isaac Francisco Rojas y Teniente general Pedro Eugenio Aramburu.
Ese 11 de junio de 1956. Los tres sargentos del Regimiento N° 2 de Palermo
están frente al pelotón de fusilamiento. Está oscuro, pero varios soldados, los
reconocen y algunos se ponen a llorar. Luciano Isaía Rojas es una persona muy
respetada y querida. Y ya está mirando de frente, para siempre, con la cabeza
en alto, con la paz de su dignidad, de ser leal a sus compañeros y, sobre todo,
de ser leal a sí mismo.
LA NOTICIA LLEGA A GUALEGUAYCHÚ
El diario El Argentino del
día 12 de junio informa que "Uno de los ejecutados sería de nuestra ciudad", y
al día siguiente confirma la noticia en un breve recuadro "El sargento músico,
Luciano Isaías Rojas, ejecutado por estar complicado en el intento subversivo
pertenecía- como informamos ayer- a una familia de nuestro pueblo. En este
sentido, una hermana del extinto informó en la mañana de ayer a sus
familiares". El 14 de junio, el mismo diario confirma que 19 personas de
nuestra ciudad, "de notoria actuación política y gremial durante el régimen
anterior" se encuentran detenidas, sospechadas de participar del levantamiento
de Valle.
LA INFAMIA "DEMOCRÁTICA"
Ese mismo día, Américo
Ghioldi, dirigente nacional del Partido Socialista, alcanzando una infamia
pocas veces vista en la historia argentina escribía en la editorial de La
Vanguardia, "Se acabó la leche de la clemencia. Ahora todos saben que nadie
intentará sin riesgo de vida alterar el orden porque es impedir la vuelta a la
democracia. Parece que en materia política los argentinos necesitan aprender
que la letra con sangre entra". Para coronar la infamia, la Junta Consultiva,
es decir los partidos "democráticos y republicanos", avalaban legalmente los
fusilamientos a civiles y militares.
ENTREVISTA CON LA FAMILIA, HOY EN BARADERO
Los Rojas eran de la zona
de Perdices y que luego se radicaron en nuestra ciudad. Luciano era uno de los
cuatro hijos del matrimonio de Lorenzo Fulgencio Rojas y Zulema Elizondo; sus
hermanos se llamaban Juana, José y Jesús.
Luciano Isaía hizo la primaria en Gualeguaychú y de muy joven decidió ser
militar. "Mi padre entra al Ejército a los 17 años. Entra porque estaban
pasando hambre, no había trabajo. En el regimiento de Gualeguaychú, y ya fue a
la banda." Explica Eduardo Rojas, hijo de Luciano, que tenía 45 días cuando su
padre fue fusilado.
Luego surge la oportunidad de ir a Córdoba, a seguir la carrera de suboficial y
de estudiar música, allí aprende a tocar el clarinete. Más tarde será destinado
al Regimiento N° 2 de Palermo, y en un baile en Buenos Aires conoce a quien
sería su esposa, María Teresa Leiva, y con quien tiene dos hijos.
Familiares de Luciano Isaía Rojas.
"Mi madre era peluquera. Después que lo fusilan a mi padre pasamos situaciones
muy difíciles. Se aparece el comando revolucionario, de los gorilas. Mi madre
ponía cadenas en las ventanas, en las puertas. Nos las pateaban. Y mi madre
dormía con un 38 abajo de la cama. Estábamos solos, ella con mi hermanito de 2
años, una hermana de 11 años y yo de 2 meses." detalla Eduardo.
Le suspenden toda ayuda y "la esposa del fusilado", María Teresa Leiva, debe
trabajar de coser medias para alimentar a sus hijos. Finalmente, toda la
familia Rojas se traslada a Burzaco. Luciano Isaía Rojas, descansa en el
cementerio de Chacarita. Su ejemplo de amor y lealtad, de compromiso y honor
debe emerger desde el olvido para que su ejemplo, en un mundo pleno de
banalidades, nos devuelva el sentido profundo de lo político.
La dignidad que de su vida y su muerte
nunca la alcanzarán sus verdugos. Luciano Rojas es hoy parte de la mejor
historia de nuestro pueblo.