ESTIMADO CONRADO GEIGER:
Por
mi cuenta he subrayado párrafos con negrita, agrandado el tamaño de las letras
y convertido a mayúsculas frases que en tu nota figuran sin negrita y con mayúsculas
y minúsculas.
Perdón
por no haberte pedido permiso para hacerlo.
Es
que desde hace más o menos un año vivo apagando mi radio a cada rato por la
indignación que me producen estos difusores "liberadores" a los que parece que "les gusta cantar con el canto del que los
enjaula".
Lo
del tiempo que hace que interrumpo el sonido de mi radio (por no darla contra
el suelo) quizá no sea de un año sino de algo más. Quizá lo que ocurre es que
mi paciencia se agotó desde hace casi un año. Debe ser que la influencia de
cómo se está destruyendo a nuestra Nación en todos los órdenes me haya hecho
perder la paciencia del todo.
Hasta
en la "Nacional Folklórica" tengo que escuchar que presuntos conocedores
pretendan convencerme de que "todo es folklore" y afirmando que "el folklore es
dinámico" pongan al aire cualquier ritmo comercial, interpretado por cualquier
rascabuche que toca un instrumento con el mismo sentimiento con el que yo paso
la escoba en el patio para barrer los restos de alguna cucaracha que falleció
víctima del sebo nocturno.
Desde
que tengo memoria (quizá tendría 4 años, o sea ahora hace 69) que elegí la
radio como MI medio de comunicación. Hasta hace algo más de treinta
exclusivamente como oyente. De ahí en más como oyente y también como difusor.
Lamentablemente, por lo menos para mi, en este año 2019 se interrumpió
abruptamente mi trabajo radial ya que Nacional Folklórica no me renovó el
contrato que me ligaba con ella desde el año 2013.
Mi
identificación con tu nota es total y así ya lo he hecho público en el facebúc.
Ricardo Luis Acebal.
15 MARZO, 2019
La dominación cultural en los medios
alternativos de comunicación
Por Conrado Geiger ·
Qué patria van a liberar si no conocen ni una sola zamba
Ningún pájaro se libera con el canto del que lo enjaula
Milonga a mi generación
Federico Cáceres
FORMACIÓN DE AUDIENCIA
Hace unos años en un curso
que hice sobre gestión cultural con Pablo Montiel y Bruno Maccari, en un
momento dijeron algo que me dejó pensando. Uno de ellos dijo:
En Buenos Aires hay
talleres de formación para lo que quieras. Talleres de guitarra, de actuación,
de canto, de trombón... lo único que no hay es una taller de formación de
audiencia.
El tema me quedó dando
vuelta. Uno escucha música y divide al mundo en dos grandes grupos: la música
que me gusta y la que no me gusta. Uno tiene una discoteca, ha juntado discos
durante años. ¿Quién me formó? ¿Quién modeló mis gustos? ¿Qué me llevó a mi a
tener la discografía de los Beatles, discos de Miles Davies, de The Doors, de
Pink Floyd? ¿Qué es lo que hace que un artista como Roger Waters venga a la
Argentina y llene un estadio de audiencia no sólo dispuesto a escucharlo, sino
que conoce todas sus canciones?
La respuesta a estas
preguntas es la misma, y también cierra la idea. Si bien no existen los taller
de formación de audiencias, las audiencias, y los gustos de esas potenciales
audiencias las forman los medios de comunicación.
Sabemos que los medios
hegemónicos desinforman. Todo lo que se transmite es un recorte: que noticias
se dan y que noticias se omiten. Este mismo mecanismo funciona con la
divulgación cultural. Los medios definen que música escucho y que música no
escucho. ¿Y con que criterio se realiza ese recorte? Cómo todo dentro del sistema
capitalista, se define comercialmente: Suena la música que paga. Y la música
que paga es la música de las discográficas multinacionales. O sea: Nuestro
"gusto" lo moldea el mercado. Así uno no tarda en comprender que hay música que
no es que a uno no le guste, sino que simplemente es música que uno no conoce.
Es así que toda la música
anglosajona de la década del 60 para acá es significativa e importante para
nosotros. Escuchar Aspen nos garantiza escuchar música que no sólo conocemos,
sino que son temas relacionados a nuestra vida, a nuestra adolescencia: música
ligada a recuerdos.
Lo preocupante es que toda
esa información implica el desconocimiento de mucha otra música. Básicamente
música nacional.
Cualquiera de nosotros
conoce muchos más temas de los Beatles o de los Rolling Stones que de Atahualpa
Yupanqui o del Cuchi Leguizamón.
Cualquiera sabe cuales son
las diferencias entre un rock y un blues, entre el soul y el funk, pero no sabe
reconocer un chamamé de una chamarrita o una zamba de una cueca.
Todos somos víctimas de la
dominación cultural.
¿Se puede hacer algo para
evitar esto?
Desde lo personal, uno
puede procurar tomarse el trabajo de buscar las otras músicas, y prestarle
atención.
DESDE LO POLÍTICO, DESDE LAS POLÍTICAS CULTURALES SE
PUEDE HACER MUCHO MÁS QUE ESO.
De hecho, la muy peleada
Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual
(mal llamada "Ley de Medios") establece la obligatoriedad de programar un 30%
de música nacional (el 50% de la cual debe ser independiente). O sea: de cada
100 temas que suenan 30 deberían ser nacionales, de los cuales 15 no deberían
ser editados por discográficas.* Pero sabemos que esa ley ha sido derogada
parcialmente, y nadie se ocupa de cubrir esa cuota. Nadie. Ni siquiera las
radios alternativas. Ni siquiera nosotros, que tanto peleamos por esa ley.
¿QUÉ MÚSICA SUENA EN NUESTRAS RADIOS?
Lo notable es que las radios alternativas, me refiero
a esas radios que no son del multimedios, ni son radios comerciales. Esas
radios que hoy son radios opositoras al gobierno neoliberal y lo dicen con
todas las letras. Radios que periodísticamente se la juegan y cuentan lo que
los medios hegemónicos ocultan. Radios que resisten los embates económicos,
donde muchas se sostienen a pura militancia. Radios donde todos tienen una mirada
política clara, donde todos pertenecen al campo nacional y popular.
Sin embargo, ninguna tiene presente el 30% de música
nacional al momento de musicalizar. Y que quede claro, que ese cupo es de
mínima, no dice que no pueda pasarse el 75% ...
¿PORQUÉ SUCEDE ESTO?
Es bastante lógico:
quienes musicalizan, ponen la música que "les gusta". Y ese gusto fue moldeado
por las discográficas multinacionales. No conocen la cantidad de artistas que
hay hoy tocando géneros nacionales y populares, que han grabado discos, que
hacen sus recitales en locales (tal vez no muy alejados de la radio) a los que
les cuesta llevar público. Porque nadie los conoce. Porque nadie los pasa.
Infinidad de veces me pasa de poner una radio
alternativa (puede ser Radio Caput, puede ser Radio Gráfica, Radio El Destape,
La Imposible, Radio Del Plata** ...da lo mismo) después de escuchar a un
periodista hablando con
lucidez sobre la interna peronista, o sobre la realidad sindical, o sobre los presos
políticos... al momento de musicalizar, se convierte en DJ Falkland y pone un
tema de Oasis, o de Leonard Cohen, o de Janis Joplin... incluso,
pueden pasar un rato hablando, contando anécdotas de la vida de estos artistas
tan alejados de toda nuestra realidad, sin percibir el salto de surco entre el
aspecto periodístico/ideológico y el cultural/musical.
LA BATALLA ES CULTURAL, VOS TAMBIÉN ROMPÉ EL CERCO
Es fundamental plantear
este debate. Hacernos cargo de que muchos músicos argentinos carecen de
difusión, ignorados por el aparato aplastante de difusión musical de los medios
hegemónicos.
Músicos que son, en muchos
casos, escuchas de esas radios alternativas que eligen difundir la música de
las multinacionales ad honorem.
Hay músicos independientes
y también hay sellos pequeños, casi artesanales, que deciden editar música
nacional de calidad. También hay artistas que fueron editados por alguno de los
grandes sellos, pero que lo "cajonean" y tampoco suena...
El listado de artistas es
gigante: tango y folklore en todas sus
ramas, ortodoxos o fusionados con jazz o con rock, con instrumentos
tradicionales o eléctricos, cantados o instrumentales. Intérpretes de grandes
autores y compositores de nuestro legado cultural, y también de material
propio, con poesía, con letras que hablan de nuestra realidad.
También entender que
cuando hablamos de la "Unidad Latinoamericana" debemos unirnos culturalmente.
No puede ser que sepamos tanto del rock inglés o yanqui y no conozcamos nada, o
muy poco, de la música del resto de Latinoamérica. Y cuando hablo de música de
Latinoamérica, no me refiero a los grandes éxitos hiperdifundidos. Y desde
luego no a las bandas de rock latinas, que hasta tienen su propio canal de
televisión. Es conocer los ritmos, es conocer la poesía de los artistas
populares de nuestra América.
El compromiso de los
medios alternativos, cuando dice "Vos también rompé el cerco mediático" es
comprender que no se trata sólo de la información periodística, sino de toda la
información. Y esa información incluye lo cultural.
Es imprescindible romper el cerco mediático cultural.
* La disputa por la cuota de música nacional en los
medios de difusión no es nueva. Ya en 1950 Juan Domingo Perón dicta un Decreto
(el 33.771/50 - B.O. 20/01/50) para la difusión obligatoria de un 50% de música
nacional. 50% en 1950. En su tercer mandato, Perón sube la apuesta: en 1974
amplía el porcentaje al 75% mediante el decreto 1085/74 (B.O.16/10/74).
** Y ni hablemos de FutuRöck, que hasta lleva al
género anglosajón como nombre...