¿QUÉ DICE DE LA VIDA, DON VIENTO?
Este libro de casi
trescientas páginas editado con excelencia por Pablo Franco y Teresita
Olhaberry ("Cruz editorial", Tandil, Provincia de Buenos Aires) es encarable
por las páginas del "medio", del "final" o del "principio". La elección es
suya, lector y le aseguro que cualquiera sea ésta lo va a dejar totalmente
convencido de que fue una muy buena idea haberlo adquirido.
Los poemas y las prosas
que lo integran traducen los mensajes de los distintos vientos de la Provincia
de Buenos Aires: el frío y limpiador pampero del sur, el seco del oeste, el
lluvioso del sudeste y el cálido y tormentoso eléctrico del norte.
Hice lo que le estoy
recomendando y aquí va lo que encontré (para muestra bastan dos
botones):
Página 95:
MIS CABALLOS
Sol, viento, frío.
Estoy sentado sobre un
cojinillo entre los pastos de una callecita del partido de General Belgrano.
Hoy cierra la revista. Milagro de la telefonía celular, Carolina me avisa que
Demian reclama urgente esta página. Tenía un par de bocetos: "Los Blancos de
Villegas" y "El Zaino de Juan Moreira". Quedaron en casa.
Hace dos días que salimos
de viaje en el carro con Manuel, mi hijo, el perro y siete caballos de pecho y
de andar. Dos noches durmiendo en la huella, dos tardes de teros, silencio y
pájaros. Dos madrugadas en el paisaje que más me gusta, la llanura bonaerense.
Horizonte y cielo.
-Los europeos pagan una
fortuna por esto- le digo a Manuel.
Bien comido y al reparo,
me siento entonces a ver si rescato aquello de "Los blancos" con los que se
alzaron los muchachos de Pincén, cuando la yegua Ciruja se viene hasta mi y por
detrás seis pares de orejas me señalan como diciendo:
-¿Y nosotros?
Me saco los anteojos y
pregunto:
-¿Ustedes qué?
-Pa` caballos
desconocidos, nosotros -tercia el Chamamé con cierta razón.
-Si a nosotros no nos
conoce nadie.
-Es que esto lo revisa mi
mujer y, con mucha lógica, no me deja hablar de mi.
-Esta no la va a ver -dice
el Desafío.
-Y aparte, hablá de
nosotros, no de vos -agregan Trenque y Lauquen, dos criollitos casi mellizos que
como los célebres Hernández y Fernández de Tintín, se copian a sí mismos.
-¡Eso! -grita de atrás la
yegua de Tomasito, que nadie sabe porqué se llama Venganza.
Sansoncito, tordillo de
los paperos de enfrente, que nos acompaña desde hace un año, no dice nada.
Mira, con esos ojazos buenos que tiene y al final se pone a comer el verdecito
de la orilla; como dando a entender: -Hacé lo que quieras... ¡A quién le importa!
A mi me importan, claro.
Estos que andan conmigo y los otros diez o doce que nos esperan en casa. Es que
ato el carro o ensillo y salgo de viaje y es un anticipo del paraíso celestial.
Me olvido de todo. No conozco a nadie y me vuelvo, justo es decirlo, el hombre
más irresponsable del planeta.
Y la culpa la tienen
ustedes.
"Hasta la madrina se me rái" de Florencio Molina Campos.
Ciruja, una pesada que "o
rompía la pechera o quebraba el balancín".
Desafío, colorado de
Manuel de un humor imperturbable.
Chamamé, un tobiano negro
de mi hijo Luis. Como el dueño, bueno siempre.
Venganza, que sigue al
carro como si fuera un galgo veterano.
Los blancos que le tenemos
domando a Campos y que pronto volverán a los cañadones de Tapalqué.
Sansoncito, su nombre lo
dice todo: un santo.
Mis caballos.
Comen en la calle, se
revuelcan, esperan el momento de la partida. Hablan entre ellos y hablan
conmigo. Desde Las Flores, donde vivimos, hemos ido por tierra a la pampa, al
mar, a todos los partidos vecinos y a cuanto viaje o salida se nos ponga por
delante. Nos llevamos bien. Cada uno pone lo mejor de sí. Ya lo dice el verso:
"la calle amansa locos".
A los seis años me
llevaron al dentista. Recuerdo perfectamente el terror que me inspiraba, así
que abrí la boca, cerré los ojos y me puse a pensar en la Cumbia, mi yegua de
entonces. De golpe caí en la cuenta que no podíamos hablar. Que las yeguas y
las personas no hablan entre sí.
Pasaron cuarenta años. O
el mundo cambió o yo aprendí algo. Ahora hablo con mis caballos. A pedido de
ellos, que me hacen feliz, esta columna.
Septiembre 2005
"De rancho en rancho" de Florencio Molina Campos.
Página 127:
VOCES DEL
CAMPO
A veces callada y ronca
tienen los campos sus voces.
Y cuánto se desconoce
de su silencio y su bronca.
Tierna la voz del mensual
niño aún o jubilado
mira contento y callado
lo poco de su jornal.
Habla hacia adentro el puestero
conocedor de derrotas;
de rastra, bombacha y botas
no deja de ser obrero.
La mujer contar anhela
de su trabajo sin tregua
y los chicos de las leguas
que galopean a la escuela.
Voz amarga el chacarero
que después de echar el resto
comido por los impuestos
abandonó los potreros.
Es grito en el ferroviario
y se comprende también,
porque ha sido y es el tren
en el campo necesario.
Es murmullo en la vigilia
del rancho que mira mudo
como viven los peludos
donde vivió la familia.
Voz áspera el mayordomo
que calla y vive en el medio
sin saber hallar remedio
para aquel que agacha el lomo.
Como hay otra que no muere
y empareja la balanza,
y es la voz de la esperanza
de la gente que te quiere.
No tienen voz ni los perros
en los campos de Las Flores
si los compran inversores
invisibles testaferros.
Candado que cierra y odia,
silencio, abandono y muerte
con llaves en cajas fuertes
que Buenos Aires custodia.
Discursos que se dirigen
con muy buenas intenciones
y olvidan los cañadones
que fueron del aborigen.
Un vozarrón sin sosiego
tozudo y perseverante,
cuenta historias de inmigrantes
de tanos y de gallegos.
El campo lucha y conversa
con sus locos y borrachos
y con los pocos muchachos
que a vivir en él se esfuerzan.
El campo conversa y lucha
en parajes del olvido
y su voz tiene un sonido
que casi nadie lo escucha.
Las Flores, 31 de marzo de 1992.
A pedido de Flavio Pérez, para el periódico VOCES de
la
Ciudad. Ya se intuyen en estas cuartetas la aparición
de los
pool de siembra y los campos alquilados, sin gente.
Si desea adquirir "La lengua del viento-Escritos en el
camino" diríjase al correo electrónico del autor:
pablosolodiaz@gmail.com
y/o a la página de los editores:
www.cruzeditorialtandil@gmail.com
Ricardo Luis Acebal
Pablo Solo Díaz
(Foto: Carolina Nuñez):
DISCO QUE ACOMPAÑA AL LIBRO:
"La lengua del viento"
Todas las letras son de Pablo Solo Díaz
Fondos de guitarra para poemas: Juan Carlos Maddío.
01-Un paisano con tropilla - milonga, música y canto: Juan Carlos
Maddío.
02-Los crotos - poema de y por Pablo Solo Díaz.
03-Payada de contrapunto entre Gustavo Guichón, Pampa Barrientos y
Pablo Solo Díaz en "Canto en azul y blanco" (O.Lanusse-Radio Universidad de La
Plata-década de 1990).
04-Gato de la huella - gato, música y canto: Juan Carlos Maddío.
05-Pavita de lata - poema de y por Pablo Solo Díaz.
06-Ponchos - poema de y por Pablo Solo Díaz.
07-El relato - poema de y por Pablo Solo Díaz.
08-Las Flores - poema de y por Pablo Solo Díaz.
09-De a caballo y por la huella - poema de y por Pablo Solo Díaz.
10-Desnudos - poema de y por Pablo Solo Díaz.
11-Las copas - milonga corralera, música y canto: Jorge Barberini.
12-El yuyo borró el camino - milonga, música y canto: Juan Carlos
Maddío.