Rastreando
el origen de esta leyenda guaraní puede asignársele dos orígenes bien definidos
pero distintos, una de ellas difundida en el noreste argentino, Paraguay y
Uruguay y la otra versión nos lleva al noroeste del territorio argentino y
totalmente distinta la una de la otra.
Dicen que
dicen...que en el noreste, más precisamente en las proximidades del río Uruguay
vivía un cacique cuya valentía traspasaba las márgenes de su territorio
Este
aguerrido hombre contaba entre sus bienes más preciados a Ñeambiú, su hermosa y
única hija.
La jovencita
guardaba un profundo secreto en su corazón, en él florecía un amor por un joven
al que su padre había hecho prisionero.
El apuesto
guerrero pertenecía a otra tribu, la de los tupíes.
Ñeambiú y
Cuimaé por muchas lunas guardaron el secreto que encerraban sus corazones pero
una noche alguien los descubrió y
pusieron en al cacique en
conocimiento de los hechos.
Como era de
esperar, el cacique al enterarse negó el consentimiento para que ellos se mantuviesen juntos.
La joven le
rogó a su madre que interviniese, pero ella fiel a su esposo, tampoco
consintió.
Ñeambíú
estaba desesperada lloraba copiosamente por no poder compartir con su amor con
quien había elegido y decidió refugiarse en el monte.
Al
percatarse de su ausencia otros jóvenes que habían sido confidentes de su
frustrado amor decidieron salir en su búsqueda para rogarle que volviese al
hogar.
Por más que
le suplicaron, Ñeambiú se negó
rotundamente a regresar, es más, sin que fuesen capaces de evitarlo, la muchacha
se internó en el corazón más profundo del monte, donde reinaba Caá Porá, un
monstruo espantoso , tanto que con sólo mirar a los ojos lograba que el futuro
del infortunado fuera horroroso.
Mientras
tanto Cuimaé seguía prisionero .Los amigos de Ñeambiú una y otra vez volvían en
su búsqueda, ella impasible los escuchaba ellos una y otra vez oían los relatos
de los anhelos frustrados de la muchacha y aunque ellos volvían a invitarla a regresar a la comunidad, ella jamás accedió.
Al advertir
que el corazón de la joven no lograba conmoverse y desistir de su decisión no
tuvieron más remedio que darle la mala noticia, y sin más le anunciaron la
muerte de su mejor amiga, sin embargo ella no derramo ni una lágrima. Con la
sucesión de las lunas otras malas noticias fueron llevadas hasta ella, la peor
tal vez que sus padres habían abandonado este mundo, pero ella no se inmutó, no
mostró angustia ni llanto. Ella permanecía como si fuera de piedra.
El chamán de
su tribu era Aguará Payé, cuando ella lo vio aparecerse supo que traía muy
malos designios. Aguará Payé se acerco a ella y casi deletreando el nombre de Cuimaé ha muerto.
De repente,
la llovizna se convirtió en helados copos blancos, un frio intenso parecía
llegar desde el más allá y el monte todo se oscureció, ella dejó escapar el
lamento más lastimero que jamás se haya
escuchado, entonces su cuerpo fue metamorfoseándose hasta transformarse
en un pájaro, el urutaú.
Los amigos
de Ñeanbiú que acompañaban al hechicero uno a uno fueron convirtiéndose en
sauces cuyas ramas desprovistas de hojas se alzan al cielo como suplicando,
entonces el urutaú alza un vuelo corto y va a posarse sobre las ramas donde
llora eternamente por su eterno amor.