ORACIÓN (ESFUERZO) A LOS ÑAMANDÚ REKOE
por
Bosquín Ortega
La Tierra sin Mal es la
utopía de la Nación Guaraní, la búsqueda del Edén del Guarán, la construcción
cosmogónica del Paraíso de la inocencia primordial, equivalente al arquetipo
cristiano de la Jerusalén Celeste. Ese viaje de conocimiento representa una travesía
ritual de iluminación de su conciencia cósmica, la dilucidación de un destino
de armonía en plenitud universal. Un diálogo en orden a Ñamandú Verdadero,
Padre Primero y Supremo, Creador Cenital, sin sombra terrestre, a revelarse en
la plena lucidez del conocer, del verbalizar y del alabar-clamar. Un a-sombro
-sin sombra- mítico y un re-ligio -un religar- con la Divinidad a plena luz de
su conciencia originaria. Un parto de luz en el fuego del verbo y en la energía
de la palabra-alma que genera, nombra y funda la suprema realidad.
Los Himnos Guaraníes,
auténtica cábala indígena para revelar su dimensión primordial y su sacralidad
primigenia, constelan la mitopoética de una Nación con lengua propia, genuina y
autónoma: "el canto resplandeciente" de una comunidad cultural organizada,
inmersa en el caótico eclipse de una colonización etnocida y de una
civilización ecocida: futuro entendido como entropía y porvenir visionado como
utopía. El crepúsculo sacrificado de su estirpe se resignifica en la aurora edénica
del retorno definitivo a la Morada Prometida.
El ojo solar y la niña
lunar de un artista en estado de vigilia, como Fernando Calzoni, rastrea (a la
manera de un nictálope en la tiniebla y un rabdomante en la resolana) los
símbolos encarnados de la epopeya guaraní y de su épica de esplendor, de su
combate de resistencia y de su agonismo de fidelidad a un mandato supremo.
Visiona, como un chamán cromático o un guerrero prismático, el relámpago
levitante del Colibrí Mensajero y se ofrece, poliedro viviente, a que la Luz
Total se propague desde el Océano Fulgurante del Misterio que revela y
transfigura el simulacro del mundo y evidencia, para redimirlo, la Verdad de la
Belleza invicta.
El genio eólico de Jean
Arthur Rimbaud elogia al pueblo Guaraní en Metropolitano, poema en prosa que
integra sus prodigiosas Iluminaciones: Calzoni, urgido por idéntica
desesperación luminosa, ofrenda su tributo imaginista al pueblo Mbyá-Guaraní,
víctima sufriente que canta, ora y aguarda, como testimonio de herencia inviolada
e inviolable para ejemplo de dominios y poderes claudicantes en sus verdades
últimas. Pueblo de transfigurado destino, cuyo resplandor, bajo la Neblina
Providencial que custodia su historia, registra una señal atávica y vigente de
planetaria dignidad.
AyVu Rapita o El
Fundamento del Lenguaje Humano es una obra-saga de Fernando Calzoni, de
nacencia en Misiones; arquitecto, muralista, escultor, litógrafo, artesano y
docente, un auténtico artista de mentalidad renacentista, mismidad correntina e
identidad sudamericana, desde su nacencia de Una constelación de cuarenta obras
que resignifican el universo de la Nación Mbya Guaraní, a partir de
investigaciones de León Cadogan, Bartolomé Meliá y Kurt Onkel.
Discípulo de Juan Carlos
Soto, artista chaqueño, expuso su muestra, junto a Julia Kuzyssyn, su esposa,
en la Maison des Jeunes et de la Culture, en Montpellier-Maugio, en Francia y
después en Madrid, donde realizó sendos murales alegóricos de índole
mitoecológica.
Marcelo Carpita, referente
del muralismo argentino, cuyo genio aparece en el frente de la sede de La Ronda
(esquina de José María Paz y José Mármol), asociación cultural que conduce
Julio "Coqui" Ortíz, expresó: "La obra de Fernando Calzoni es romántica, vista
desde aquel romanticismo que no daba lugar a una salida blanda o frágil de
doble sentido. La metáfora es descarnada, tanto como su pasión por la verdad.
Esa verdad que lo sumerge en culturas ancestrales, con el sólo propósito de
conocer "las armas" que, todavía, nos queda para defender nuestra compleja
identidad".
A Jorge Sánchez Aguilar.
Fernando Calzoni junto a uno de sus murales (Virasoro, Provincia de Corrientes)
Visión de la selva y sus especies originarias. El mítico Jaguar Azul junto al Comandante Andrés Guacurarí y Artigas.