EL CINE REALIZADO DURANTE LOS AÑOS EN QUE LOS
ARGENTINOS VIVÍAMOS ENGAÑADOS, YA QUE "ESTÁBAMOS MAL" Y CREÍAMOS QUE ESTÁBAMOS
BIEN, NOS SIGUE LLENANDO DE ORGULLO Y SATISFACCIÓN
Cada vez que mis maestras
de la escuela primaria se referían al encuentro que tuvieron en Guayaquil, hoy
República de Ecuador, los dos grandes líderes de la liberación suramericana
(San Martín y Bolivar) a fin de acordar cómo terminar la guerra con éxito para
la patria grande suramericana, ponían cara de circunstancia (dramática, o al
menos eso me parecía a mi y a la mayoría de mis compañeros) y soltaban: "lo que
conversaron, lo tratado es un misterio total, no se sabe ni se sabrá para qué
se reunieron y qué acordaron".
En la secundaria continuaba
el "misterio" y en la facultad (en especial gracias a Romero padre e hijo y
otros esclarecidos por el estilo) se nos decía lo mismo pero con palabras más
"académicas" que en la primaria y en la secundaria.
Si uno, como ciudadano de
a pie, accedía a alguno de los sabihondos "académicos de historia" (doctores merengue, como bien los calificaba don
Arturo Jauretche, comparándolos con un personaje de historieta cómica de los
años 50 y 60 que tenía ese nombre) seguiría con la duda intacta y por ahí con
un agregado: San Martín después de esa entrevista a puerta cerrada dejó el
gobierno de Perú y se volvió a Buenos Aires porque Bolívar era un personaje
detestable. Ambicioso, mujeriego, ególatra... en fin, una porquería de tipo, que
no congenió con nuestro San Martín, que era un padre y marido ejemplar, incapaz
de tomar más de una copita de licor y hasta se sospecha que no hacía pis ni
caca.
¡Este don Bartolo Mitre!
¿Habrá tenido algún asesor en eso del "relato" como le llamamos ahora? ¿O él mismo
fue el Durán Barba de la Historia Argentina?
¿Y sus seguidores, que
escribían los libros con los que nos engrupían en nuestros tiempos de
escolares? ¿Qué tal los Astolfi, los Ibañez, Zuretti-Peñaloza y tantos otros?
Natalia Mirales y Anderson Ballesteros
El pasado jueves 7 de
julio me enteré por "Página 12" que ese día se estrenaba en el cine Gaumont una
película sobre esa verdadera bisagra en la historia de nuestra liberación
suramericana titulada "El encuentro de Guayaquil".
Y allí fui, a la función
de las cuatro de la tarde.
Lo primero que me llamó la
atención fue que habiéndosele asignado la sala principal, la de mayor capacidad
del cine más importante del INCAA (también se exhibe en la otra sala INCAA de
la Ciudad de Buenos Aires, la que está en la calle Salta, a la altura de Plaza
Constitución) no hubiera tenido una difusión publicitaria que convocara a una
cantidad de público que seguramente la hubiera colmado. Y otra cosa que observé
fue que en la función de su estreno no se hizo presente ningún representante de
su realización: el director, el productor y/o alguna autoridad del INCAA...
Después me enteraría que
el "estreno oficial" es el de Tucumán, pero de todos modos ¡ummmm!
En esta nota transcribo
parte de lo publicado en "Página 12" acerca de esta "sospecha de ninguneo".
Bueno paisano, la hora y
cuarenta y cinco minutos se me pasó como nada. Lo que fue una exitosa obra de
teatro, con libro de Pacho O`Donnell, se convirtió gracias al director Nicolás
Capelli y a Echarri, Ballesteros (se "comen" la película, muy bien dirigidos) y
una lista de "monstruitos" como Bonín, Awada, Palomino, Stella, etc. en una
muestra de cine. No la obra de teatro filmada, una película cinematográfica
con el uso muy apropiado de "cámara en mano" en el diálogo entre los dos
gigantes, magnífico color, bella música y un guión acertadísimo que humaniza a
nuestros grandes libertadores sin caer en golpes bajos. Yo le sacaría la condición
de exhibición "no apta para menores de 13 años".
Véala y recomiéndela,
porque me parece que las actuales autoridades del cine en la Argentina no están
muy entusiasmadas con la idea de que tenga éxito.
Ricardo Luis Acebal.
Nicolás Capelli marcando una escena a Pablo Echarri y Pacho O´Donnell, autor del libro
DE LA NOTA DE "PÁGINA 12"
(Fragmento. Publicada en Suplemento Cultura y Espectáculos, 7 de
julio de 2016)
-Y eran dos personas que llegaron al encuentro con estados
antagónicos en cierta medida, ¿no?. Por un lado, un San Martín un tanto abatido
y, por otro lado, un Bolívar mucho más arriba...
P. O`D.
: -Eso está muy bien
planteado por Capelli en la película. Eran problemas de personalidad, más que
nada. San Martín venía de una situación muy complicada, como dije hace un rato.
Además, él era un hombre muy austero, muy discreto, muy reservado. Algunos dan
eso como una de las explicaciones o justificaciones de quienes sostienen el origen
indígena de San Martín, por parte materna. En cambio, Bolívar era un caribeño
extrovertido y, además, venía de una serie de victorias. O sea que los dos
llegaron en circunstancias anímicas diferentes. Además, San Martín sabía que
estaba más débil que Bolívar. Lo que hay que decir es que, aun años después,
los dos mantuvieron un excelente vínculo. No es cierto eso que nos han querido
convencer de que Bolívar era arrogante y ambicioso, ni de que lo aplastó a un
San Martín renunciante. Fue una decisión tomada en el más absoluto acuerdo, a
través de un diálogo donde estaba todo: la pelea, las dudas de ambos sobre si
realmente estaban haciendo lo que deberían hacer, si realmente eran mejor ellos
que los enemigos.
-Capelli, ¿cómo trabajaron la adaptación al lenguaje
cinematográfico?
N. C.
: -En principio, quería
respetar esa intimidad que se vivía en la charla que había visto en la obra de
teatro, pero no quería dejar un dato que tira Pacho sobre Bolívar y que
constantemente cuando trabajábamos en el texto, él me lo remarcaba: Bolívar era
así. Hasta en sus peores crisis económicas, era un tipo que era lujo, brillo,
oro, porque tenía esa personalidad caribeña. Y queríamos plasmarlo en todas las
secuencias y en todas las imágenes que teníamos. También queríamos hacer ese
opuesto del lado de San Martín: con colores más fríos, con mayor oscuridad,
jugar mucho con los claroscuros. Respetamos el sentido de la obra y utilizamos
un sistema que salió de una charla que tuvimos en su momento con Sebastián
Pereyra, el director de fotografía: yo veía en mi cabeza que todo lo
relacionado al encuentro tenía que manejarse en un perfecto triángulo visual,
con la cámara trabada sin movimiento, mientras que todo lo que pasaba en las
secuencias de San Martín y Bolívar de flashbacks tenía que realizarse con
cámara en mano, en movimiento, con un leve viraje, uno hacia la izquierda y
otro hacia la derecha de la pantalla, como dos caminos que se terminaban
chocando inevitablemente en ese triángulo visual que formaba la charla.
Entonces, fuimos llevándolo a que cada parte de la obra de teatro que nos iba
disparando el flashback fuera generándose a través de la imagen a ese sentido.
La necesidad
de distribución y exhibición
El productor de El encuentro de Guayaquil, Fernando Sokolowicz,
cuestionó la falta de disponibilidad de salas para el estreno que había sido
comunicado al Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (Incaa) con la
suficiente antelación. "La inscribimos en el calendario de estrenos, dimos
aviso a los exhibidores, acordamos con la distribuidora Primer Plano, pedimos
apoyo de lanzamiento a nuestro coproductor Televisión Pública, contratamos
cartelería en vía pública, produjimos afiches, banners, spot de radio,
contratamos una agente de prensa para comunicar el estreno, es decir, pusimos
en marcha toda la campaña de prensa y comunicación. Planificamos un estreno de
20 salas en complejos de cine más los Espacios Incaa, y sólo nos ofrecieron 13,
de las cuales únicamente hay 2 en Capital Federal y son los Espacios Incaa",
explicó Sokolowicz. La salas a las que hace referencia son el Espacio Incaa
Gaumont y el ArteCinema. "Como se observa claramente, no hay ninguna sala ni de
los complejos Hoyts ni Cinemark", denunció el productor.
"En este momento de discusión sobre la
implementación de un nuevo Plan de Fomento, solicito a las autoridades del
Incaa y a los demás participantes del sector audiovisual que tomemos este tema
con la gravedad y urgencia que se merece. Tanto desde Acervo como desde otras
asociaciones del sector hemos llamado la atención sobre la imperiosa necesidad
de instrumentar políticas para mejorar la distribución y exhibición del cine
nacional", expresó el productor.
Luego, Sokolowicz concluyó: "Considero
que esta es una película de relevancia para nuestro acervo cultural, y que es
necesario que se exhiba. En especial en estos días de conmemoración, que
deberían significarnos algo más que usar una escarapela".
Nota de
redacción: En el cine Gaumont se exhibe todos los días a las 12,30 y 22,55