UN "ESPADA CON CABEZA" POPULAR
¿Cómo le contaron a usted
la historia de Martín Miguel de Güemes en su escuela primaria, en la secundaria
y en la universidad? ¿Y en la TV? ¿Y en el Cine?
Ahora que los directos
descendientes de quienes lo mataron por la espalda lo pusieron un rato en la
vidriera votando en el Congreso Nacional (y esta vez no hubo "veto" presidencial)
que a partir de este 17 de junio de 2016 don Martín Miguel pasa a integrar el
podio de los principales conductores de la guerra que nos dio la Independencia
Política hace 200 años, resulta muy bueno que reflexionemos acerca de la
importancia de lo absolutamente merecido del reconocimiento.
La figura de José de San
Martín recién tomó la dimensión que hoy nadie puede discutir recién en 1950, a
partir de un año entero de esclarecimiento acerca de su lucha, que no por
casualidad fue conducida por el gobierno nacional y popular de Juan Domingo
Perón.
Manuel Belgrano debió
esperar algunos años más. Porque los encargados de informarnos sobre su
personalidad (política y militar) sólo nos enseñaban que don Manuel había
creado nuestra Bandera con los colores del cielo (y además era un poquito
amanerado). La "estampita" Belgrano recién dejó de ser una figurita cuando otro
gobierno nacional y popular decidió promover el conocimiento de su lucha ya
entrado el siglo veintiuno.
Bien, hasta ahora ya más o
menos tenemos en claro que nuestros dos próceres "grandes entre los grandes" son
San Martín y Belgrano.
Que ninguno de los dos
había "jugado a los soldaditos", que la lucha que encararon en los años del
1800 tenía fines a largo plazo. Con el estudio concienzudo de lo que pensaron e
hicieron, a muchos argentinos nos quedó claro que "veían" por lo menos a
doscientos años de distancia.
Bueno, cuando menos lo
pensábamos llegó el momento de poner en su lugar la memoria de don Martín
Miguel de Güemes.
Somos muchos los que desde
hace largo tiempo venimos haciendo lo posible para que se valore lo realizado
por este salteño condenado al casi "ninguneo" por instituciones educativas y
medios de comunicación.
Muchos, digo, pero muy
pocos para los que deberíamos ser. Porque reivindicar la lucha de un Güemes no
debería ser una lucha quijotesca, encarada desde esfuerzos casi en soledad en
las escuelas y/o desde pequeños espacios radiales o de cortos audiovisuales con
muy poca difusión.
En este "momento menos
pensado" pero ¡más que bienvenido! en que los legisladores nacionales que
representan a un partido político "oficial" inspirado en los fines egoístas de
quienes nunca quisieron a Güemes y con el apoyo de algunos que aunque se
disfracen de gauchos güemistas cada 17 de junio nunca siquiera pensaron en
defender los principios del gran Martín (los Romero, los Urtubey, por dar un
par de ejemplos) nuestros corazoncitos están alegres. ¡Ya lo creo que sí!
Por eso he recurrido a
publicaciones del troesma Galasso, a alguna de Carlos Del Frade y a papeles que
andan sueltos por ahí, para celebrar esta casi "puesta en valor" de este
conductor liberador, a quien no le ocurría lo que a Juan Lavalle, militar muy
defendido por la "historia oficial" (Mitre y seguidores) y a quien por haber
mandado fusilar "por su orden" a Manuel Dorrego hasta los propios lo definieron
como un "espada sin cabeza".
Ricardo
Luis Acebal
"Si se duerme don Martín, no habrá ninguno que duerma..." ("La poncho colorado", zamba de Nella Castro e Hilda Herrera)
GÜEMES FUE
TRAICIONADO POR LAS CLASES ALTAS DE SALTA Y JUJUY
por
Carlos Del Frade
(APe)
http://www.pelotadetrapo.org.ar
Doscientos años después es
necesario preguntarse por qué. Belgrano y Güemes fueron atacados por la misma
clase social que nunca le perdonará a Belgrano avalar el pedido de Güemes para
institucionalizar el fuero gaucho
por el que cada uno de los peones que prestaban servicio en la guerra por la
independencia debían ser tratados como hombres libres y no responder entonces a
los caprichos de los señores feudales de Salta, Jujuy y Tucumán.
"El cabildo de Salta,
formado
por las clases altas de la
ciudad, cansadas de pagar las contribuciones forzosas que exigía Güemes,
aprovechando la ausencia del caudillo, lo acusó de "tirano" y lo declaró
depuesto. Muchos de sus miembros se habían puesto de acuerdo con el general
español Olañeta para entregarle la ciudad. Güemes regresó sin prisa, ocupó
pacíficamente la ciudad, y perdonó a los "revolucionarios".
Ésa fue la llamada
"Revolución del Comercio". Aunque fracasada, dio inicio a un partido
de oposición, conocido como "Patria Nueva", enfrentando a la
"Patria Vieja", es decir, al partido de Güemes.
Para el investigador
Aramayo,
la guerra de la independencia
fue "la única guerra revolucionaria que protagonizaron las masas populares
y sus jefes" y cuyo escenario principal fueron el actual territorio del
Noroeste Argentino y el Alto Perú, hoy República de Bolivia.
Dos momentos de "La guerra gaucha", película dirigida por Lucas Demare
Existen distintas apreciaciones
sobre la cantidad de combates y batallas que se libraron en territorio salteño
y jujeño. Según el Archivo Capitular de Jujuy, que estudió Ricardo Rojas, fueron 159, de las cuales 124 se libraron en Jujuy.
En un reciente trabajo, Rodolfo Campero,
dice que en total fueron 231".
Para Aramayo no hay duda
alguna: "Lo que entusiasmaba a nuestros antepasados originarios eran las
propuestas y las ideas revolucionarias. Juan
José Castelli en su proclama leída en Tiwanaku, con motivo del primer
aniversario del 25 de mayo de 1810, dice: "Siendo
los indios iguales a todas las demás clases en presencia de la ley, deberán los
gobernadores intendentes, dedicarse con preferencia a informar de las medidas
inmediatas o provisionales que puedan adoptarse para reformar los abusos
introducidos en perjuicio de los indios...promoviendo su beneficio en todos los
ramos y con particularidad sobre repartimiento de tierras, establecimiento de
escuelas en sus pueblos y excepción de cargas e imposiciones indebidas".
Concluye Aramayo con que el contenido revolucionario en
Castelli es el mismo que late en el bando redactado por Güemes el 11 de abril
de 1818, "a través del cual sanciona el fuero
eterno de los originarios y criollos pobres que formaban las milicias de los
escuadrones que combatían a los realistas". Por esta posición, Güemes fue
víctima de la conspiración de la clase terrateniente de la que provenía, preparada
con los cabildantes de Salta y de Jujuy, junto al Gobernador de Tucumán,
Bernabé Aráoz y el mismísimo General Olañeta, jefe del ejército realista y que
terminó en su asesinato".
En su investigación,
dice que la participación de los
originarios
, criollos pobres y negros fueron
aumentando en el transcurso de la guerra.
En Suipacha eran 600
combatientes. En Tucumán, 1.800. En Vilcapugio y Ayohuma, llegaban a 3.500 y el
llamado regimiento de artillería de la Patria contó con 1.368 hombres.
Hacia 1810,
la población blanca de Salta y
Jujuy no superaba las dos mil personas, sobre un total de dieciocho mil.
GÜEMES SEGÚN NORBERTO GALASSO
Según Norberto Galasso
("Historia de la Argentina" Tomo 1-Colihue-mayo 2011):
Nacido en Salta en 1785,
Güemes pelea contra las invasiones inglesas y adhiere luego a la Revolución de
Mayo, colaborando con el Ejército del Norte en la lucha contra los realistas.
Pero Güemes no solo es el caudillo defensor de la democracia y la soberanía,
sino que se convierte en representante de los gauchos y sectores populares de
la provincia.
Comandante general de la
vanguardia del ejército,
designado por
San Martín en 1814
y, poco después
elegido gobernador por el Cabildo
, desarrolla una política social que le gana el afecto
de los pobres y el odio de la reaccionaria oligarquía salteña. Así, en 1816
sanciona que quien preste servicios a la patria como miliciano, mientras lo
haga no paga arrendamiento de las tierras que alquila, disposición que amplía
luego convirtiéndola en un verdadero "fuero gaucho": quienes están enrolados en
el ejército no pueden ser "ejecutados, ni compelidos al pago de cualquier cosa
que adeudaran, fundando la medida en que, pues era gente infeliz que sin
sueldo, ni recompensa alguna, prestaba sus servicios a la Patria así con sus
escasos intereses como con su propia vida, justo era que el acreedor que no
prestaba estos servicios militares, contribuya de este modo a la causa pública
no exigiéndolo.
Asimismo, reclama a las
familias acaudaladas que realicen aportes para financiar los gastos de la
defensa, aunque con escaso resultado. Según le comenta a Manuel Belgrano, en
una carta del año 1818: "Creía que
asustando un poco a esos caballeros se ablandarían y me socorrerían. Pero me
engañé. Hice correr la voz de que los llevaría en la vanguardia y que para
quedarse darían alguna cosa para ayuda de los que trabajan. Pues con todo este
aparato no he conseguido otra cosa que calentarme la cabeza. Se juntó el
vecindario en casa del Alcalde de Primer Voto y entre todos, apenas han dado
cuatro porquerías con que han auxiliado treinta gauchos y esto dando a uno una
camisa, a otro un poncho de picote y a otro un pedazo de jerga vieja.
¿Qué tal? ¿Caballos? Unos cuantos; acaso los peores
que han podido hallar, de suerte que con dificultad llegarán a Jujuy. A vista
de esto ¿no he de alabar la conducta y la virtud de los gauchos? Ellos trabajan
personalmente y no exceptúan ni aún el solo caballo que tienen, cuando los que
reportan ventajas de la revolución no piensan otra cosa que engrosar sus
caudales".
Visto el escaso
patriotismo de los ricos, Güemes les impone fuertes tributos y empréstitos
forzosos.
El historiador Norberto Galasso
Güemes no fusiló, ni
azotó, ni confiscó bienes, señala Frías, pero aplicó fuertes multas y sanciones
humillantes, como a Tezanos Pinto y al coronel Zerda. Este historiador
conservador lo inculpa de una guerra civil o de razas o clases y de los excesos
del "mulataje fanatizado" Así fue odiado por la clase alta, para la cual, según
Frías, "Güemes había sido en el norte lo que Artigas en el Oriente". "Comenzó a
infundirles la noción de sus derechos (a la plebe y al mulataje). Se abrió
hacia ellos, alentó su sentimiento de dignidad, los protegió y se puso poco a
poco a su lado en la balanza en que jugaba la suerte la gente decente; con lo
que el mulataje de natural altanero y atrevido, amigo de la libertad y la
ociosidad, fue tomando alas, ensanchando su osadía y caldeando su odio hacia la
raza blanca (...) hasta que llegaría el día en que se convertiría (...) en una
malvada e insolente canalla que habrá de (...) imponer su repugnante dominación".
En otra parte afirma Frías: "que Güemes era un monstruo peligroso (...) cuya
mirada (...) causó tal espanto en el espíritu de una joven, que cayó enferma en
cama del arrebato", suceso que divulgó en el pueblo la versión de que Güemes
embarazaba a las mujeres con solo mirarlas.
Agrega Frías que la gente
decente tenía por Güemes un odio profundo, "era el hombre más odiado de su
época". Él, por su parte, arengaba a sus gauchos de esta manera:
"Esos que veis de frac, esos son vuestros enemigos y
por consiguiente los mios (...) Mientras os conservéis unidos a vuestro general y
protector, os aseguro que vivirán garantidos vuestros derechos y vuestra
libertad, a despecho de esos miserables que nos odian; a mí porque les tomo
unos cuatro reales para sostener a vosotros que defendéis su propia libertad
luchando y dando la vida por la Patria; y a vosotros porque os ven resueltos a
no ser más humillados ni esclavizados por ellos. Todos somos libres y todos
tenemos iguales derechos porque todos somos hijos de la misma Patria, que hemos
arrancado de la servidumbre quebrando con nuestros esfuerzos el yugo español.
¡Soldados de la Patria! ¡Ha llegado el tiempo de que seáis hombres libres y de
que caigan para siempre vuestros opresores!"
¿Quiénes eran esas familias de la oligarquía salteña
que odiaban a Güemes? Los Cornejo, Uriburu, Saravia, Zuviría, Usandivaras,
Tezanos Pinto, Huergo y otros. La lucha de clases se ofrece desnuda y clara en
el panorama político del norte argentino.
De un lado, el pueblo y su caudillo Güemes, "adorado de los gauchos,
que no veían en su ídolo sino al representante de la ínfima clase, al protector
y padre de los pobres, como lo llamaban. Y también, porque es preciso decirlo,
al patriota sincero y decidido por la independencia; porque Güemes lo era en
alto grado. El despreció las seductoras ofertas de los generales realistas,
hizo una guerra porfiada y al fin tuvo la gloria de morir por la causa de su
elección, que era la de la América entera" (Paz, José María: "Memorias póstumas
del general José María Paz", Buenos Aires, Almanueva, 1954, tomo 1 pag. 91).
Del otro lado, los privilegiados:
"Güemes concedió una extremada licenciosidad a sus gauchos -señala Félix
Frías- y la propiedad, sobre todo, quedó
sin amparo. La gente decente que era contra quien embestían las iras envidiosas
de las clases inferiores, se veía ultrajada y escarnecida por una plebe
grosera, raza de esclavos, animada y unida a un gobierno cómplice de sus
desenfrenos, que la tomaba como un instrumento político para ajar y deprimir a
sus adversarios alzando raza contra raza; habiendo llegado a extremo tal el ensoberbecimiento
de la canalla, que era difícil saliera en público un conocido enemigo de
Güemes, sin que se viera al punto herido con los improperios de la plebe así
fanatizada".
Dos expresiones pictóricas acerca de don Güemes
De modo tal que la lucha
por la independencia adquiere un fuerte contenido social y solo "era posible
sostenerla...con el apoyo espontáneo de la plebe; que al fin, sin paga y sin
botín y sin premios, muchas veces sin pan, era la que iba a derramar su sangre
y su vida por ella" (Félix Frias). Cómo no adoctrinar entonces a esos hombres
en el sentido de que "eran iguales en derechos a los de la clase decente, la
cual, hasta que estallara esta feliz Revolución, los había tenido bajo su
servidumbre y esclavitud. La Revolución venía ahora a quebrar esas cadenas en
que habían gemido sus antepasados y en que muchos de ellos gemían aún, para
darle, en cambio (...) la fraternidad humana que el mismo Redentor había
proclamado desde la tribuna de la Cruz" (Félix Frias)
¿Cómo no permitir entonces
incluso ciertos excesos de "su gavilla" si expropiaban géneros por su cuenta en
algún comercio o se alzaban con algún suculento depósito de alimentos? ¿Cómo no
permitirle al mulato Vicente Panamá que le diera unos cuantos azotes a esa
señorona de alcurnia que pretendía darse el lujo de exhibir provocativamente
una mantilla con los colores del enemigo delante propiamente de las narices de
los patriotas?
De este modo, enlazando
cuestión nacional y cuestión social, el caudillo, adorado por sus gauchos, le
asegura a San Martín el control de la frontera norte.
Columna recordatoria de bronce ubicada en proximidad de Iturbe, Provincia de Jujuy, en un sitio cercano a la ruta que conduce a Iruya, Provincia de Salta. Hace mención de 85 encuentros guerreros protagonizados por los gauchos encabezados por Güemes y/o sus coroneles. Tales enfrentamientos ocurrieron en lugares pertenecientes a las provincias de Salta y Jujuy y están ordenados por año, de 1817 a 1821. La última mención es para la muerte de Güemes, en 1821.
MOMENTOS FINALES DE GÜEMES: ESTA VEZ LA TRAICIÓN SE
LLAMÓ VALDÉZ
El coronel salteño a las órdenes del ejército
español José María Valdés, alias "Barbarucho", buen conocedor del
terreno, avanzó con sus hombres y ocupó Salta el 7 de junio de 1821. Valdés
contó con el apoyo de los terratenientes salteños, a los que les garantizó el
respeto a sus propiedades.
Güemes estaba refugiado en casa de su hermana
Magdalena Güemes de Tejada, "Macacha". Al escuchar unos disparos,
decidió escapar a caballo pero, en la huída, recibió un balazo por la espalda.
Llegó gravemente herido a su campamento de Chamical con la intención de
preparar la novena defensa de Salta. Reunió a sus oficiales, les transfirió el
mando y dio las últimas indicaciones. Murió el 17 de junio de 1821 en la Cañada
de la Horqueta. El pueblo salteño concurrió en masa a su entierro en la Capilla
de Chamical y el 22 de julio le brindó el mejor homenaje al jefe de la guerra
gaucha: liderados por el coronel José Antonio Fernández Cornejo, los gauchos de
Güemes derrotaron a "Barbarucho" Valdés y expulsaron para siempre a
los españoles de Salta.
En el momento de su muerte, en la Cañada de la Horqueta, en la ciudad de Salta, yacía a la intemperie, en un catre improvisado por el Capitán de Gauchos Mateo Ríos.
Martín Miguel de Güemes fue el
único general argentino caído en acción de guerra exterior. Desde que supo de
la muerte de su esposo, Carmen Puch se encerró en su habitación, y se cree que
se dejó morir de hambre.
RELATOS,
OLVIDOS Y MENTIRAS
por Alberto Sorzio
El 12 de septiembre de 1821 Bernardino de la
Trinidad González de Rivadavia, siendo por entonces ministro de Gobierno y
Relaciones Exteriores de la Provincia de Buenos Aires, y creador de la deuda
externa argentina, estando al frente de la gobernación el general Martín
Rodríguez, emitió un decreto por el cual terminó con la existencia de la
"Gazeta de Buenos Aires" fundada por Mariano Moreno
.
En reemplazo de esa histórica publicación
patriótica creó el "Registro Oficial" en el que sólo debían tener cabida las
informaciones relacionadas con las decisiones del poder político pero del que
se excluyeron todo tipo de comentarios
Dos meses antes, ya con Rivadavia integrando el
gobierno de la Provincia de Buenos Aires
la
Gazeta
de Buenos Aires
publicó,
el 19 de julio de 1821:
"Murió el
abominable Güemes al huir de la sorpresa que le hicieron los enemigos con el
favor de los comandantes Zerda, Sabala y Benítez, quienes se pasaron al
enemigo. Ya tenemos un cacique menos."
RESPECTO DEL RETRATO OFICIAL DE GÜEMES
Lo más aproximado a la
fisonomía de Güemes es una carbonilla de Eduardo Schiaffino, quien en 1902,
partiendo de las referencias de personas que lo habían visto y teniendo
enfrente a los tres nietos del General Gaucho, compone un rostro
basándose en la frente de uno, la nariz y la boca del siguiente, y la barbilla
y las orejas del otro.
El retrato, que se
exhibe en el Museo de Bellas Artes de la Provincia de Salta, es la imagen
oficial de Güemes certificada por el Instituto Güemesiano de esa provincia.
Monumento a Güemes en Buenos Aires
A pesar de haber vivido en
Buenos Aires y participado en la defensa de la invasión inglesa de 1806
protagonizando la rendición de un buque inglés encallado por una bajante
imprevista del Río de la Plata (abordándolo de a caballo comandando un grupo de
paisanos), Güemes sólo era recordado en la Capital Federal (hoy CABA) por una
calle de poca extensión.
Una expresión más del odio
ninguneador de las clases altas hacia alguien que, según les pareció siempre,
"traicionó" a su rancia estirpe defendiendo a "los gauchos".
Recién en 1981 (en otro
"momento menos pensado": gobierno del "proceso") se
inauguró un monumento a su memoria
en el parque San Benito, en la
intersección de la avenida Figueroa Alcorta y La Pampa.
Está hecho en bronce y
ubicado sobre una elevada base piramidal de piedra, a metros de la subida a la
avenida Cantilo, sobre Figueroa Alcorta. Fue obsequiado por el Gobierno de la
Ciudad de Salta a la Municipalidad de Buenos Aires. Se trata de una réplica del
monumento a Güemes que se encuentra en la base del cerro San Bernardo, en la
capital salteña. El original fue realizado en 1931 por Víctor Gariño, mientras
que la réplica que se encuentra en la Ciudad de Buenos Aires fue obra de
Ermando Bucci.
R.L.A.
CINE: "LA GUERRA GAUCHA"
Una madre ofrece para la guerra a su hijo mayor (adolescente) al oficial que ha llegado a su rancho a comunicarle la muerte en combate de su marido
La única
expresión del llamado "séptimo arte" que se aproxima a la heroica
lucha de nuestros queridos cabecitas negras del Noroeste Argentino (hay que
resaltar el excelente libro cinematográfico que escribieron Manzi y Petit de Murat) es
La
guerra gaucha
, dirigida por Lucas
Demare . Fue protagonizada por Enrique
Muiño , Francisco Petrone , Ángel
Magaña y Amelia
Bence , entre otros. El guión estuvo a cargo de Homero
Manzi y Ulyses
Petit de Murat , sobre el libro del mismo nombre (1905) de Leopoldo Lugones . Se estrenó el 20 de noviembre de 1942. Se la ha
considerado la película de más éxito del cine argentino, y también una de las
mejores.
De tono
épico, transcurre en 1817 en la Provincia de Salta . Su contexto histórico está dado por las
acciones de guerrilla de los gauchos partidarios de la independencia , bajo el mando del
general Martín Güemes , contra el
ejército regular realista que respondía
a la monarquía española .
Para la
filmación de exteriores se construyó una aldea en la misma zona donde se
desarrollaron los acontecimientos que inspiraron la película. Las escenas de
conjunto, para las cuales se contó con el concurso de unos mil participantes,
no habían tenido precedente en el cine argentino.
Tanto la
génesis de la película como su contenido se encuentran vinculados con el
particular momento histórico de Argentina en el que había un intenso debate
sobre si el país debía pronunciarse en favor de uno de los bandos o mantener su
neutralidad en relación a la Segunda Guerra Mundial que se encontraba en pleno desarrollo.
La
exaltación en la obra de los valores ligados al nacionalismo expresados en la
conjunción del pueblo, el ejército y la iglesia en la lucha en defensa de la
tierra fue considerada por algunos como una anticipación de la ideología de la
revolución que el 4 de junio de 1943 desplazó al desprestigiado gobierno
de Ramón Castillo .
La película
fue producida por Artistas Argentinos
Asociados , una cooperativa de artistas creada poco tiempo antes y requirió una
inversión muy superior a la de otras producciones de la misma época pero su
éxito de público permitió recuperar el costo en las salas de estreno, donde
permaneció diecinueve semanas.
Otras dos
películas de difusión comercial, que rozan apenas la "morocha" lucha
de Güemes y sus gauchos son "Güemes" de Leopoldo Torre Nilsson (muy
"estampita" oficial) y "Bajo el signo de la Patria", aunque
esta última apunta más hacia Manuel Belgrano.
Tapa de una revista de 1951, que refleja el interés que despertaba la película, a nueve años de su estreno
Audio de la nota 1: "La poncho colorado" zamba de
Antonio Nella Castro e Hilda Herrera por Carmen Guzmán
2: "El patriota" (zamba de Carlos Pino y Abelardo Falletti) por Carlos Pino con Melania Pérez