Dicen que nuestra vida es corta - pensaba Panambí , que planeó,
liviana, sobre una brisa que clara y ondulante
le hacía cosquillitas
en las alas- Pero ya casi van a ser como cuarenta
años de aquel VIENTO
NEGRO. Y acá estoy.
La brisa del sur se trenzó sobre sí y bajó, bajó
en tirabuzón
descendente hacia esa calle, hacia esa casa.
Panambí (que no sabía
gritar ni de tristeza ni de gozo) extendió sus
alas hacia la luz de la
mañana y su vuelo pareció estallar en una
sinfonía de colores.
¿Qué empujó a la brisa juguetona a encaminar su
vuelo hacia esa casa
de la calle Virrey Zeballos, en Buenos Aires?
Panambí no era todavía de preguntarse mucho las
cosas. Ella tan solo
volaba por la vida.
Cuando la vio con su cabello tan hermoso y
blanco, no quiso ni pudo
hacer otra cosa que posarse liviana, sobre ese
pañuelo blanco también.
Se sintió arrullada, llamada, buscada.
Quiso gritar de alegría, pero las mariposas no
lo hacen. Panambí llamó
en silencio. Parece que esto se escuchó por
todas partes :
-¿Abuela?
¿Mi abuela?
-Ciento diez- dijo serenamente Estela.
Alberto Giménez.
La Florida, Quilmes. 7 de febrero de
2014
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EL PAIS
- OPINION
26 de marzo de 2016:
Qué
dicen las mariposas
por Sandra Russo
El asalto de mariposas gigantes sobre
la multitud que marchaba el 24 seguramente entrará en la épica kirchnerista.
Será ese detalle del que siempre se acordará alguien en una reunión en la que
se hable de la movilización de este año, en un aniversario que comenzó con el
latigazo que fue, especialmente para los familiares de los desaparecidos, la
imagen de Macri y de un presidente de Estados Unidos internándose en el Parque
de la Memoria.