JULIO ARGENTINO ROCA: EL REVÉS DE LA HISTORIA
por Osvaldo Mondelo
Osvaldo Mondelo. Periodista santacruceño, autor y curador de la muestra fotográfica "Tehuelches-danza con fotos"
Se cumplen en
estos días 100 años de la muerte de un prócer excelso de la "Historia liberal
Argentina".
Un personaje
ilustre, que en la Patagonia y en nombre de la "Soberanía y el Progreso" llevan su nombre pueblos, calles, escuelas,
lagos y ríos. Hasta un teatro municipal (tal vez por la tragedia que ocasionó) se llama "Julio Argentino Roca".
Sin embargo nuevos
vientos soplan en nuestra Patria y la proeza civilizatoria de la gloriosa "Campaña del Desierto" comienza
a agrietarse.
La empresa militar
contra el "indio", respondió a una estrategia política-económica. Significó la
implantación del primer terrorismo de Estado en la República Argentina.
Los pueblos originarios padecieron la represión, los
campos de concentración, el destierro, la explotación laboral de los hombres,
la venta y el reparto de mujeres y niños...
En el Archivo General de la Nación-Saga ROCA/TELEGRAMAS
MILITARES Nro 82 del 26 mayo de 1889 hay un despacho telegráfico dirigido al
General Roca que dice: FUERTE ARGENTINO.
CUANDO RECIBAS ÉSTE, ESTARÁS EN LA MARGEN SUR DEL RIO NEGRO, ASÍ LO CREEMOS
AQUÍ. POR TU CASA TODAS BUENAS. CLARA ME PIDE TE DIGA QUE LE TRAIGAS UNA
CHINITA... La solicitante era Clara Funes de Roca, quien fue Primera Dama
Argentina como esposa del presidente Roca.
Un genocidio y un etnocidio ocultado por los escribas
liberales de la historia oficial y cuya prédica continúa en nuestros días.
El periodista y escritor Osvaldo Bayer ha sido una de
las pocas voces de la intelectualidad argentina que ha recordado (ver
contratapa del diario Página 12 del
sábado 8 de noviembre) "la otra historia" de este prohombre de bronce que se
resiste a mudarse de la arteria principal de la capital de Santa Cruz.
Refuta con documentos y la cita de diarios "serios", (antiguas
y calladas publicaciones de La Nación
de los Mitre) el fundamentalismo justificador de la violencia de aquellos que
aún excusan la impunidad de los crímenes bajo el paragua "porque
eran las ideas de la época".
"La ética debe impulsar la vida de todo ser político"
desaprueba Bayer.
Precisamente en la "Conquista del Desierto" hubo de
todo, menos ética.
El diario La
Prensa de Buenos Aires del 1 de
Agosto de 1883 en un artículo titulado "La Prisión de los Tehuelches" critica:
"El coronel Vintter y particularmente el comandante Roa han entendido mal las
cosas, pues han aprisionado a una tribu
mansa que no pertenece a la gente de aquellos caciques guerreros, despojándola
de sus haciendas sin motivo alguno que lo justifique". Más adelante pide que se los reintegre a sus
tierras y se les devuelvan sus bienes. Es decir que el Ejército Nacional,
además de tomar como prisionero de guerra a un pueblo pacífico les robaba su caballada y sus cosas.
Qué lejos están estos oficiales represores del general
Roca del pensamiento liberador e igualitario de don José de San Martín, que
llamaba a los indígenas "Nuestros paisanos, los indios".
A los contundentes argumentos de Osvaldo Bayer,
esgrimidos en su columna no hay que agregar nada más. Tal vez, un par de
botones que también sirven de muestra.
Con total perversidad y un nacionalismo chauvinista se
argumenta que la campaña militar fue contra los mapuches (chilenos). Se
justifica así la muerte de cientos de personas. Es oportuno recordar que las
comunidades originarias existían antes que los estados nacionales de Argentina
y Chile y que estos pueblos no tenían el concepto de soberanía o de límites
políticos.
Por otra parte la represión soldadesca, el saqueo en
tolderías, el abuso de "chinas" y la apropiación de la tierra, no distinguía si
las etnias eran mapuche, tehuelche, puelche o manzanero.
El cautiverio de los caciques tehuelches Orkeke,
Foyel, Sacamata, Kánkel y de las mujeres presas en el Museo de La Plata,
demuestra que para el general Roca no había "indios mansos" o "indios malos".
Había bárbaros, tribus salvajes e infieles que ocupaban tierras y que
estorbaban la expansión ganadera.
En Río Gallegos se reparó en parte un mito lugareño,
pero se sigue hablando y escribiendo sobre el histórico "Balcón de Roca". La
verdad es que el presidente Julio Argentino Roca, durante su fugaz visita del año 1899, nunca habló desde un balcón a
los escasos habitantes del caserío de Rio Gallegos.
Ni siquiera pernoctó en la capital del Territorio de Santa Cruz. Se
alojó en una estancia cercana, rodeado de la colectividad inglesa y alemana.
Precisamente los ganaderos latifundistas en reconocimiento a sus servicios
fueron los impulsores de su monumento. Don Alejandro Menéndez Beethy encabezó
la financiación de la costosa obra del escultor Brunnix que fuera montada el 14
de febrero de 1941.
En un primer momento la estatua de bronce fue
instalada sobre una base en el centro de la avenida Roca, entre las calles
Errázuriz y Chacabuco. Como la arteria era de doble mano, el monumento del "conquistador
del desierto" continuamente recibía el embate de los automovilistas. La causa
no es que estos fueran antiroquistas o indigenistas, sino que la calle resultaba
muy estrecha. Así las cosas, durante la década de los años 1960 fue trasladada
a su actual emplazamiento.
El antiguo edificio de dos plantas, construido en chapa y madera a fines del siglo 19, que fuera
sede del Gobierno del Territorio de Santa Cruz y edificio del Correo Argentino,
merece su reconocimiento como monumento histórico por esas razones. Pero desde
el balcón de esa casa nunca habló Roca. No hay un documento fotográfico o escrito que
así lo demuestre. Lo que sí existe es una nota del gobernador Matías Mac Kinkey
fechada el 8 de febrero de 1899 y dirigida al Ministro del Interior Felipe Cofre,
donde le pide: "Los gastos ocasionados en la recepción al Presidente de la
Nación (500 pesos) han sido cubiertos con mi peculio personal solicito su reintegro"
1899. Leg.2. Expte 55. Letra S. AGN
Cuando se quiere abrir el "Panteón de la Patria" para
que el aire fresco renovado de la historia ingrese, uno de los problemas que se
plantea es qué hacemos con todos estos íconos estatuarios que el liberalismo
erigió por todo el país.
La Presidenta de la Nación al remover la estatua de
Cristóbal Colón debió enfrentar la crítica furiosa de la prensa dominante. No
abandonó sus convicciones políticas: Juana Azurduy heroína de la lucha por la
liberación latinoamericana ocupará su espacio.
El genovés, como buen marino se va a la costanera
norte con sus 623 toneladas, frente al Aeroparque Metropolitano.
El monumento "Al
Zorro del Desierto", podría trasladarse a Calafate e instalarse frente al
nuevo edificio que tendrá el Honorable Concejo Deliberante, dado que entre los
actuales concejales son mayoría los que admiran la obra del general Roca.
Sin embargo... hay
otra historia. Y como dice Bayer:
"La verdad tarda, pero al final siempre triunfa la ética".
Que así sea.