"Vos podrás hablar en
todos lados lo que te dé la gana con la absoluta impunidad que te garantizará
el ser miembro de la clase en el poder, aunque espero por vos que seas la oveja
negra del rebaño. Te confieso con toda sinceridad que la caída de Perón me amargó
profundamente, no por él, por lo que significa para toda América, pues mal que
te pese y a pesar de la claudicación forzosa de los últimos tiempos, Argentina
era el paladín de todos los que pensamos que el enemigo está en el norte. Para
mí, que viví las amargas horas de Guatemala, aquello fue un calco a distancia,
y cuando vi que junto a las noticias leales (es raro llamarlas así) se
escuchaba la voz de Córdoba, que teóricamente estaba ocupada, empecé a ver mal
la situación, después todo sucedió exactamente igual; el presidente renunciaba,
una junta empezaba a negociar pero desde la posición de resistencia; luego eso
se acababa, subía un militar con su marinerito al lado, único dato agregado con
respecto a Guatemala, y entonces el cardenal Copello hablaba al pueblo lleno de
orgullo y calculando cómo iría su negocio bajo la nueva junta (…)"
Carta a la madre, 24 de septiembre de
1955.

Ernesto Guevara y Alberto Granado arriba del Mambo-Tango en el río Amazonas en junio de 1952

Ernesto, sus padres y sus hermanos en Mar del Plata, 1945