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Te cuento cuentos
LA INUNDACIÓN

por Susana C. Otero (adaptaciones e ilustración)




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   Los cuentos de zorros son típicos de nuestro país Argentina.

   Dicen que dicen…que a las orillas del río Paraná, habitaba un zorro al que sus vecinos conocían como Juan.

   Juan era manioso, algo perezoso y como todo zorro astuto.

   Cuentan que cierta vez, Don Juan se había echado debajo de un añoso árbol, ahicito frente al río, para dormir su siesta diaria, después de un opíparo almuerzo y se quedó profundamente dormido, cuando se despertó la creciente se había adueñado del lugar y él flotaba a la deriva en un islote, es que el agua lo rodeaba por todas partes.

   Se había venido la creciente y lo había pescado desprevenido y allí estaba él, rodeado de agua, avisorando el camalotal que pasaba apurado a su alrededor.

   Don Juan se preguntaba como poder salir de allí, ya que nadar no era para él. En eso estaba cuando entre el camalotaje  vio asomar unos ojitos, la punta del hocico y una larga cola.

   Pero si no era, ni más ni menos, que su vecino el yacaré Don Paredes, un bravo correntino, un correntino de ley.

   ¡M`ba pareico chamigo!, oiga usted Don Paredes, ¿podría sacarme del apuro?.

   Don José era bastante servicial, al oír los desaforados gritos del zorro se acercó al

islote y con voz ronca lo instó a subirse al lomo y empezó a nadar hacia la orilla.

   Claro que la intensión del yacaré no era otra que la de ahogar al zorro, y más tarde darse un regio festín.

   Don Paredes se acercó a donde estaba Don Juan y este se montó al lomo del yacaré.   

Allí iban Don Juan, montando el lomo de Don Paredes, charlando de lo más animados.

   De repente, el zorro se puso tieso, es que el yacaré cada vez se sumergía más en el agua y poco a poco, al zorro el agua le llegaba más arriba, ya le estaba pasando la cintura.

   El pícaro Don Juan, enseguida se dio cuenta del ardid, debía pensar rápido como entretener a su vecino si quería llegar salvo hasta la orilla.

   De improviso le preguntó:- ¿conoces tú a mi hermana?, ella siempre habla de ti, dice que tú eres muy especial- 

   Don José, que no esperaba tal comentario y quería saber más, trepó a la superficie.

   ¿Tu hermana dijo de mí?-

   ¡Sí!, ella dice que eres atractivo.

   A lo que Don José replicó: -¿ y está linda tu hermana?, después como quien no quiere la cosa volvió a preguntar:- ¿y qué más dice de mí?.

   El zorro, entre divertido y emocionado le dijo:- ella siempre habla de ti, dice que tienes unos ojos muy grandes y brillantes y que tus labios parecen de marfil y que cuando tú vas nadando en el río, sobresales por tu gallarda forma de nadar.

  El yacaré comenzó a inflarse de orgullo y cuando más de inflaba, más flotaba y más subía a la superficie.

   ¡Guaaaauuu¡, quisiera conocer a tu hermana -, dijo Don Paredes.

   A esta altura de las acontecimientos Don Juan vio que ya estaba cerquita de la orilla, que hacía pie y ya podía llegar a la costa, entonces pegó un salto lo más fuerte que pudo, no fuera ser que se mojase, y dejó al yacaré con la boca abierta con solo su cabecita fuera del agua

   Don juan que había alcanzado la costa,  reía descontroladamente.

   - ¡Qué va a decir mi hermana, bicho tonto y vanidoso!-.

   Ella dice que eres el bicho más repugnante y feo que haya visto, que tus ojos son legañosos, tus dientes destilan olor pestilente, tu cola parece un serrucho, tus patas son cortas y chuecas y cuando nadas en el río,  pareces  un tronco que se lleva la corriente.

   Y sin más, se fue adentrando en el monte, tranquilo, riéndose de su picardía, con sus orejitas paradas y sacando pecho.

   Su ingenio lo había salvado mientras que el pobre yacaré, avergonzado ante la astucia del zorro se internaba solitario en el río.



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