Los cuentos de
zorros son típicos de nuestro país Argentina.
Dicen que dicen…que
a las orillas del río Paraná, habitaba un zorro al que sus vecinos conocían
como Juan.
Juan era manioso,
algo perezoso y como todo zorro astuto.
Cuentan que cierta
vez, Don Juan se había echado debajo de un añoso árbol, ahicito frente al río,
para dormir su siesta diaria, después de un opíparo almuerzo y se quedó
profundamente dormido, cuando se despertó la creciente se había adueñado del
lugar y él flotaba a la deriva en un islote, es que el agua lo rodeaba por
todas partes.
Se había venido la
creciente y lo había pescado desprevenido y allí estaba él, rodeado de agua,
avisorando el camalotal que pasaba apurado a su alrededor.
Don Juan se
preguntaba como poder salir de allí, ya que nadar no era para él. En eso estaba
cuando entre el camalotaje vio asomar
unos ojitos, la punta del hocico y una larga cola.
Pero si no era, ni
más ni menos, que su vecino el yacaré Don Paredes, un bravo correntino, un
correntino de ley.
¡M`ba pareico
chamigo!, oiga usted Don Paredes, ¿podría sacarme del apuro?.
Don José era
bastante servicial, al oír los desaforados gritos del zorro se acercó al
islote y con voz ronca lo instó a subirse al lomo y empezó a
nadar hacia la orilla.
Claro que la
intensión del yacaré no era otra que la de ahogar al zorro, y más tarde darse
un regio festín.
Don Paredes se
acercó a donde estaba Don Juan y este se montó al lomo del yacaré.
Allí iban Don Juan, montando el lomo de Don Paredes,
charlando de lo más animados.
De repente, el
zorro se puso tieso, es que el yacaré cada vez se sumergía más en el agua y
poco a poco, al zorro el agua le llegaba más arriba, ya le estaba pasando la
cintura.
El pícaro Don Juan,
enseguida se dio cuenta del ardid, debía pensar rápido como entretener a su
vecino si quería llegar salvo hasta la orilla.
De improviso le
preguntó:- ¿conoces tú a mi hermana?, ella siempre habla de ti, dice que tú
eres muy especial-
Don José, que no
esperaba tal comentario y quería saber más, trepó a la superficie.
¿Tu hermana dijo de
mí?-
¡Sí!, ella dice que eres atractivo.
A lo que Don José
replicó: -¿ y está linda tu hermana?, después como quien no quiere la cosa
volvió a preguntar:- ¿y qué más dice de mí?.
El zorro, entre
divertido y emocionado le dijo:- ella siempre habla de ti, dice que tienes unos
ojos muy grandes y brillantes y que tus labios parecen de marfil y que cuando tú
vas nadando en el río, sobresales por tu gallarda forma de nadar.
El yacaré comenzó a
inflarse de orgullo y cuando más de inflaba, más flotaba y más subía a la superficie.
¡Guaaaauuu¡,
quisiera conocer a tu hermana -, dijo Don Paredes.
A esta altura de
las acontecimientos Don Juan vio que ya estaba cerquita de la orilla, que hacía
pie y ya podía llegar a la costa, entonces pegó un salto lo más fuerte que pudo,
no fuera ser que se mojase, y dejó al yacaré con la boca abierta con solo su
cabecita fuera del agua
Don juan que había
alcanzado la costa, reía
descontroladamente.
- ¡Qué va a decir
mi hermana, bicho tonto y vanidoso!-.
Ella dice que eres
el bicho más repugnante y feo que haya visto, que tus ojos son legañosos, tus
dientes destilan olor pestilente, tu cola parece un serrucho, tus patas son
cortas y chuecas y cuando nadas en el río, pareces un tronco que se lleva la corriente.
Y sin más, se fue
adentrando en el monte, tranquilo, riéndose de su picardía, con sus orejitas
paradas y sacando pecho.
Su ingenio lo había
salvado mientras que el pobre yacaré, avergonzado ante la astucia del zorro se
internaba solitario en el río.