Mikilo es una
divinidad Diaguita que no sufrió los embates y la profanación europeizante de
la conquista.
El Mikilo
Diaguita pertenece a la familia de los dioses salvajes y sin templos
construídos por la mano del hombre sin ofrendas de oro que despertaran la
codicia y el fanatismo evangelizador de la conquista.
Mikilo cambia
de aspecto y maleficio según la zona donde aparece.
En algunos
lugares lo describen como un ser adulto pequeño, de conformación extraña, la
mitad del cuerpo es una persona, pero tiene patas de gallo, la cara cubierta de
pelos, malo y perverso y ataca tanto a los hombres como a las mujeres y suele
pegar unos gritos que parecen ser el eco de las montañas.
Otros lo
describen con el cuerpo belludo, rostro demoníaco usando ponchillo y sombrero
aludo negro. Es burlista y maléfico, roba gallinas y ovejas y se divierte
asustando a los pequeños desobedientes que andan por ahí, sin dormir la siesta.
Otros los
describen con larga cola, la mitad del cuerpo como persona y la otra parte de
perro, las manos como criatura humana y las patas de gallo y dicen que se
arrastra por el suelo, sin dejar huella alguna.
Sin embargo,
también hay quien lo describe como un duende malvado, con una mano de lana y
otra de plomo, y si te lo encuentras por ahí, preguntará si quieres que te
pague con la mano de lana o con la de plomo, seguramente tú elegirás la de lana
y el te asestará un fuerte puñetazo con la de plomo. Esta versión se asemeja a
la versión del duende del noroeste argentino.
Es
finalmente, un pequeño hombrecito de enormes ojos redondos y fosforescentes, al
que le gusta dormir la siesta debajo de las higueras y victimizar a los niños a
quienes roba, sin dejar rastro cuando bajo el calor arreciante de la siesta hace
enrojecer la piel y la tierra polvorienta cubre los pies descalzos de los niños
del lugar.
En Mikilo,
como en otros mitos y leyendas de nuestro folclore, encontramos conceptos muy
enraizados de nuestra historia, es la lucha del bien y el mal, que tal vez
adquieren mayor potencial según los lugares en que se desarrollen, pero
caracterizados por diferentes culturas.
Si bien pueden tomar lo profano y lo sagrado, adquiere mayor fuerza en
determinados lugares y al mismo tiempo tienen similitud con otras culturas.