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Te cuento cuentos
LA MUJER PORFIADA

por Susana C. Otero (adaptaciones e ilustración)




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   Dicen que dicen...que esta mujer que hoy nos ocupa era extremadamente   porfiada.

   Ella siempre quería hacer su voluntad, su esposo, un hombre bonachón y de poco carácter, la dejaba hacer, era más fácil que pelear todo el día con ella.

   Cierta vez, al llegar los carnavales cafayateños, ella le pidió a su marido que la llevase.

   Enterado de los deseos de su mujer él le comentó que el río estaba muy crecido, por lo que sería muy peligroso, pero ella, caprichosa insistió.

   El hombre conociendo el carácter de su mujer, accedió diciéndole que para no tener problemas ensillaría un caballo manso.

   De nuevo, ella rechazó la idea porque quería ir en un potro joven y brioso.

   -Bueno, está bien- aprobó el marido, -pero el bombo lo llevo yo...-.

   Otra vez ella alegó que no era tonta, que ella tocaba el bombo y el bombo iría con ella.

   -¡Está bien!, ¡está bien!-, dijo el marido bastante fastidiado, -pero para cruzar el río me vas ha hacer caso, te voy a guiar por donde cruzar, porque está muy peligroso.  

   El hombre cansado, después de tolerar todos los antojos de su mujer se fue a dormir.

   A la mañana siguiente, tal como su mujer quería, partieron temprano con el caballo brioso y el bombo.

   Después de andar largo trecho, llegaron a la orilla del río, entonces el hombre le indicó a su mujer por donde debía cruzar, ya que las aguas bajaban correntosas y así evitar que la corriente la arrastrase.

   Pero una vez más, ella hizo su voluntad y tal como su esposo le había advertido la corriente la arrastró río abajo.

   Su esposo a los gritos le decía -¡te lo dije!, ¡te lo advertí!- y corría por la orilla desesperado tratando de alcanzarla sin resultado.

   En eso estuvo el resto del día, pero nada.

   A la mañana siguiente maldiciendo el carácter porfiado de la mujer comenzó a relevar la orilla, quería ver si podía encontrarla. En el trayecto lo cruzó un vecino que al verlo le preguntó que andaba haciendo.

  -Estoy buscando a mi mujer, ayer se la llevó la correntada-.

  -¿Pero porque la busca río arriba mi amigo?, debe ir río abajo-.

   A lo que hombre le respondió: -usted no conoce a mi mujer, es tan, pero tan cabeza dura que, con tal de llevarme la contraria, seguramente debe haber ido para el lado opuesto-



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