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Te cuento mitos
LA PARTIDA DE ELAL

por Susana C. Otero (adaptaciones e ilustración)




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    Dicen que dicen...que el hacedor y protector de los Tehuelches después de terminar su obra y antes de partir, los reunió a todos antes que el sol apareciera en el horizonte.

   Ese amanecer él pidió dos cosas, la primera que trasmitieran sus enseñanzas y no dejaran morir el conocimiento adquirido, y la segunda que no le rindan honores.

   Los ancianos sabios que asistieron a la reunión se lo contaron a sus hijos, fue así como lo supieron sus nietos y los hijos y nietos de sus nietos.

   Ellos dijeron que aquel día, cuando el sol teñía de plata el agua Elal invitó al cisne, su antiguo compañero, para que una vez más lo acompañase. Luego, trepó al mullido lomo del cisne, se acercó al oído y le dio la orden de alcanzar al sol redondo y brillante que se levantaba en el horizonte.

   Entonces, el ave correteo segura sobre el camino pedregoso, tomó impulso, para luego emprender el vuelo más allá de la tierra, donde comienza el mar.

   Elal sabía que el trayecto era largo y también sabía que el cisne debía descansar, por eso le pidió al cisne que cuando se le hiciera imposible seguir le avisase.

   Así fue, como el ave cada vez que el cansancio lo agotaba le avisaba a Elal y este arrojaba una flecha al mar, al caer formaba una nueva isla para que así su amigo detuviese la marcha y descansase.

   Aquellos navegantes que han surcado los mares al sur conocen esas islas pobladas de aves. Esa fue obra de Elal.

   En realidad, nadie sabe en que isla recayó Elal para su descanso, pero todos la llaman "la tierra grande".

   Es ahí donde Elal tiene su morada, allí hay una cueva donde él tiene siempre una fogata encendida.

   En esa ignota isla, él recibe todos los días a los Tehuelches que dejaron esta Tierra, los escucha y por eso él sabe todo lo que acontece en la Patagonia, con ese fuego que siempre tiene encendido abriga sus almas para que nunca más sufran su frio.



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