Es este un ser
mitológico de la cultura guaraní.
Lo llaman
yaguareté-avá o copiango.
Avá significa
hombre o sea que se refiere al hombre tigre y este mito pertenece al nordeste
argentino, más precisamente al gran Chaco.
Los pueblos de
esta región guaranítica tienen una profunda adoración por estos felinos.
Este mito ha
sido también recreado en otras zonas de nuestra América y cada relato tiene
diferentes historias, porque los relatos orales han ido modificando el origen.
Dicen que dicen...
que en medio del monte, el un ranchito de adobe, vivían dos hermanos ocupándose
de los trabajos propios del lugar.
Cierto día, un yaguareté
apareció por allí, los lugareños estaban alarmados, con el correr del tiempo
hubo muchas víctimas, por más que le hacían frente al animal, este estaba
cebado porque ya había probado la sangre humana.
Lo peculiar del
caso era que por más que enfrentaban al animal, no podían matarlo ya que
erizaba el pelo y las flechas no le hacían mella.
El hermano menor
observó que cada vez que el animal aparecía, su hermano desaparecía, no sin sorprenderse,
resolvió seguirlo y ver de que se trataba.
Allí, en medio
del monte pudo ver como su hermano descolgaba de un árbol una vasija con sal
gruesa y un cuero de tigre, que luego extendía sobre el piso.
Por tres veces
comió granos de sal, se tiró sobre el cuero y en él se revolcaba.
De esta forma se
transformaba en un temible yaguareté que luego se internó en el monte.
Después de ver
la transformación de su hermano, antes de volver al rancho, prendió una fogata
y echó la vasija y el cuero en él.
Al retornar al
hogar, su hermano ya se encontraba en el muy enfermo y lo increpó por lo que
había hecho, advirtiéndole que por su acción, él ahora agonizaba.
Entonces entre
lágrimas le rogó que si quería salvarlo buscase un trozo de la piel de tigre y
se la trajese.
Compadecido y
temeroso el muchacho corrió al monte, tomó un pedazo de la piel que faltaba
quemarse y corrió al lado de su hermano.
Ni bien se la
entregó, el enfermo arrojó el cuero al piso y echándose sobre él, se refregó y
nuevamente se transformó en yaguareté.
Luego dio un
salto, emitió un rugido aterrador y se perdió en el monte.